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El pequeño rubio con una pancita notable y redonda, se encontraba lavando una gran cantidad de platos en uno de los restaurantes más caros y refinados de la ciudad de Daegu. Eran alrededor de las 11 de la noche y el pobre chico estaba agotado pero se mantenía de pie por milagro y haciendo un gran esfuerzo por no quedarse dormido, pero recordaba que tenía a un pequeño que venía en camino en unos pocos meses.

Sim Jaeyun de 19 años, fue dejado a su suerte a los 14 por sus padres alcohólicos. Tampoco era como que los extrañase pero él realmente algunas veces se sentía muy solito.

Cuando sus padres literalmente lo dejaron en una esquina cerca de su casa con la excusa de que ya tenía que ser independiente, Jake estaba desconcertado pero no le sorprendía. Ya era normal para él, ya que cuando tenía 6 sus papás le dijeron que lo venderían por unos wones a un extraño, o cuando casi lo cambiaba por una lavadora nueva.

Se le hacía gracioso pero esa vez ellos ya no parecían estar bromeando, y Jake no tuvo otra opción que asentir y quedarse en ese lugar con sus pocas cosas.

Su esperanza de estudiar se esfumó puesto que tuvo que trabajar pero al parecer era muy difícil con 14 años conseguir un empleo decente. Claro, porque hacerle mandados a la señora de 70 años que vivía frente a su casa no era una opción de por vida.

En algún momento esa maldita vieja cascarrabias estiraría la pata, a opinión de Jake.

Tampoco fue tan difícil, pues se fue con su abuela materna. Ella lo recibió con amor y comprensión por su nieto.

Jaeyun continuó con su secundaria y la preparatoria. La vida escolar de Jake era excelente pero su vida social era un asco, no se quejaba ya que era bastante gruñón y amargado, odiando a cualquier ser humano que se le atraviese (todos).

En su último años escolas el rubio llegaba a casa con su abuela como de costumbre, entró a la casa pero se estaba en silencio y hacía más frío de lo común, llamó a su querida abuela con cuidado ya que el ambiente era extraño, denso. Malo.

Al no conseguir una respuesta caminó por la casa a paso lento, pasando uno a uno por la habitaciones hasta la cocina, su abuela estaba tendida en el suelo sin movimiento, Jake sintió como su alma abandonaba su cuerpo quedándose allí mismo unos segundos antes de correr hacia ella e intentar despertarla pero esta ya estaba helada y pálida. El joven sacó su teléfono y llamó al servicio de emergencia. No pudo evitar romper en llanto mientras daba las indicaciones a la chica que lo atendía con una voz inquebrantable, al terminar la llamada abrazó a su abuela (aún en el suelo) mientras lloraba como un bebé al estar sin su mamá.

Al final, su abuela murió de un infarto cardíaco y al caer al suelo tuvo derrame por fractura cerebral.

El rubio siempre se pone nostálgico al recordar ese día. Resoplando y pasando el dorso de su mano por su frente para mover su lindo cabello de suaves ondas rubias.

—Dios, el cansancio me hace recordar...—dijo para si mismo mientras acomodaba los platos, vasos y otras cosas en la alacena.

La puerta se abrió y entró la mujer encargada de que todo este en orden, si mal no recuerda Jake se llamaba Grecia.

—Oh, cariño ¿por qué sigues aquí? Te dije que fueras a descansar, le va a hacer daño al bebé.—dijo la dulce señora con un tono de reproche pero preocupación.

—Tranquila, nona, igual sabe lo mucho que necesito el dinero— dijo un poco avergonzado— igual ya me voy...

La doña se acercó con una sonrisa amable y cariñosa para tocar con suavidad la pancita de Jake.—Va a ser un hermoso y fuerte niño como su padre.

Jake sonrió mientras se secaba las manos.

—Vamos a consentirte un poquito con algo de golosinas.— dijo mientras iba al refrigerador y sacando unas gomitas y varios frascos de frutas dandoselas a Jake.

Los ojitos del chico se iluminaron y agradeció como un niño pequeño mientras guardaba las cosas en su bolso. Despidiéndose de la señora salió del lugar sin cambiarse, de verdad estaba muy agotado como para tal actividad.

Caminó hasta la parada de autobuses y subió al que lo llevaban a su casa.

—Por fin vamos a descansar y comer algo delicioso, mi osito de algodón...— murmuró a su pancita y esta se empezó a mover haciendo reír al rubio.

Que triste vida para una alma tan pura...

I Will Be Your Mother, I'll Hold Your HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora