8.Empieza el juego

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─Las pruebas más difíciles a menudo revelan las conexiones más fuertes─

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─Las pruebas más difíciles a menudo revelan las conexiones más fuertes─

Peter avanzaba por el pasillo de cemento, con el sonido de sus pasos resonando en el eco del espacio angosto. A su alrededor, las paredes desnudas y frías parecían cerrarse sobre ellos, como si el lugar mismo conspirara en su contra. Mientras caminaba, no podía evitar que su mente regresara a las palabras de Fury antes de que todo esto comenzara.

"Peter, esto no es una misión sencilla. Es una red compleja, y uno de sus hilos principales es un hombre conocido como 'Sombra'. Un ex-militar sin antecedentes oficiales, pero sabemos que ha estado involucrado en actividades sospechosas. Las armas que se han estado moviendo en el mercado negro... todo apunta a una instalación subterránea fuera de la ciudad.".

Cada palabra resonaba en su cabeza como piezas sueltas que, de pronto, empezaron a encajar perfectamente. "Sombra" no era solo un enemigo al azar; era una pieza del ajedrez de Octavius. Todo había sido planeado: la red de armas, el complejo subterráneo... todo apuntaba a un solo arquitecto detrás de la cortina. Octavius estaba moviendo los hilos desde el principio, y Peter y los demás no eran más que piezas en su tablero.

Wade, siempre un paso adelante y sin perder su actitud desenfadada, llegó hasta la siguiente puerta, una masa de metal pintada de rojo, tan intenso y brillante que parecía sangrar. Sin pensarlo dos veces, Wade empujó la puerta con un golpe seco y esta se abrió con un chirrido aterrador. Del otro lado, la escena que se desplegó ante ellos era inquietante.

Oh, dios... pensó Peter.

En el centro de la sala, iluminada por una única luz colgante que proyectaba sombras fantasmales, había tres personas atadas a sillas, con las manos y los pies asegurados con gruesas cuerdas. Sus rostros estaban marcados por el miedo, el sudor y la incertidumbre, pero estaban vivos. Delante de ellos, una mesa de madera rústica y desgastada, sobre la cual descansaban dos objetos: una vieja grabadora y una pistola reluciente. El contraste entre el metal frío del arma y la madera desgastada de la mesa era casi poético, un símbolo de la elección que se les iba a imponer.

Peter se acercó con cautela, sus sentidos arácnidos en alerta máxima, pero no había nada que los avisara del peligro inminente; solo el zumbido de la luz y el temblor de los tres cautivos. Wade, con su habitual falta de temor, tomó la grabadora y la activó con un clic, haciendo que la voz de Octavius resonara en la sala.

-Felicitaciones por llegar hasta aquí -comenzó Octavius, su tono teñido de una satisfacción cruel-. Ante ustedes, tres personas. Dos de ellas son malas, muy malas. Traidores, criminales, lo peor de la escoria humana. La otra es una persona inocente, atrapada en este lugar por error o mala suerte. Su tarea es sencilla: deben hacer preguntas, investigar y determinar quiénes son los dos malos y quién es el bueno. Y cuando lo averigüen... -Octavius hizo una pausa que parecía durar siglos, disfrutando cada segundo de la tensión-. Deben usar la pistola frente a ustedes y eliminar a los dos malos. Porque en este juego, no hay espacio para los errores. Solo la verdad... o la muerte.

Entre Telarañas y Balas: Amor en el CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora