Cap 3

213 22 52
                                    

Esa misma noche Snape había sido convencido de salir con Malfoy.

El profesor de pociones estaba junto a Lucius en uno de los tantos bares de Hogsmeade, situado específicamente a su izquierda y cerca de la puerta trasera en el fondo del bar, bebían whisky de fuego distraídos cada quién con sus pensamientos y cuestiones, pero el padre de Malfoy además tenía en su mira a un par de jóvenes mujeres al otro extremo del mostrador largo.

—Eh, Sanpe... Mira a esas jovencitas, parece que están interesadas en nosotros —animó el elegante hombre de cabellos lisos y casi blancos por lo rubio que era, distraía a su ahora colega de cabellos negros. Le devolvía una sonrisa a esa mujeres con interesante ceño, pero al final decidió alzar su vaso como en un brindis para ellas.

—Debes decirte a ti mismo a cada instante por qué eres tan atractivo para las jovencitas ¿Cierto? —Snape comentó frío, en tono sarcástico y como si se hubiera aburrido, no volteó a verlas sólo se quedó atento a la cara de su ex compañero de escuela. Estaba seguro que eran chicas acostumbradas a cobrar por dar un buen grupo placer, no jóvenes mujeres que querían tener una relación seria.

—No, en realidad no me había dado cuenta de la impresión que puedo causar hasta que conocí a un par de adolescentes de dieciocho años de la casa de Slytherin la otra tarde, me rodearon cerca del escritorio en mi salón de Runas para entregarme algunas tarjetas con sugerencias de afecto y cariño. Y si no fuera por mi voluntad y caballerocidad, hubiera podido aceptar sus mimos y los chocolates llenos de amortentia —le dió un codazo al brujo de gris oscuro para que entienda la referencia—, esa tarde podía con las dos y de sobra, Severus.

—Mh jum —Snape giró su cabeza un instante por la curiosidad y entonces vio cómo una de las chicas le alzó una copa de vino a él, sus labios estaban pintados de rojo y sus cabellos alborotados y castaños.

—Viste, Severus, estamos de suerte esta noche, podemos ganarnos una buena ronda de besos ¿No crees? —su rostro era el de un poema de malicia. Lucius después de estar solo por unos meses gracias a la lamentable muerte de su esposa, necesitaba apasiguar algunas cosas que no podía detener de su naturaleza, Voldemort ya no iba a irrumpir a su casa con malolientes súbditos, y en Hogwarts las jóvenes de último año eran muy hermosas y coquetas, sobre todo las de Slytherin.

—No creo, esas jóvenes han bebido por buen tiempo —se defendió el pocionista. No tenía ganas de acostarse con una mujer, a veces sentía mucho dolor en el cuello que lo distraía demasiado incluso para autosatisfacerse con magia.

—No, sólo han bebido cerveza de mantequilla y apenas han tomado una copa de vino. Las he visto llegas hace unos veinte minutos —Malfoy tenía ganas de ir por una de ellas—, bueno, si tú no quieres es tu problema, yo sí aprovecharé el tiempo —fue hasta donde estaban ellas y al charlar unos minutos con estas, el rubio señaló a Severus para indicar a la otra jovencita que no tenía tomada de la cintura, ir donde estaba el maestro de oscuro levita.

—Hola, guapo —su voz femenina le tocó en el oído sepillando sus labios en cada palabra sobre el lóbulo de la oreja pocionera. Snape desencajó la mandíbula alterado pero no con hormonas masculinas revoloteando como el otro adulto—, Te veo desocupado y tengo una habitación sola aquí arriba donde podemos divertirnos.

Snape negó pero se hizo sobre sus pies para mostrarle su gran altura, su mirada en defensa con entrecejo apretado, le hizo saber lo inalcanzable en todo a esa inocente mujercita, sobre todo una cabeza y media más lejos del suelo que la chica, tanto de lo físico bajo sus pies como de su razón ensombrecida. Ella no tenía ni idea de lo que pasaría si la tenía.

—¿Y qué desea que hagamos en esa habitación, señorita McQuency? —Habló lento y grave, en escondida ofensa, porque esta alumna había estado en Hogwars dos años, de hecho era una bruja de aproximadamente veintidós años de la casa de Slytherin.

Love and PotionsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora