Sakura Yamagawa, una joven cazadora con una respiración bastante confusa, que no había sido vista desde hace mil años aparece como la última portadora de tal conocimiento. Con su temprana edad y su talento podrá convertirse en una de las piezas esen...
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Cuando ya cayó la noche, el baile de la joven se dio por terminado, trataba de no demostrarlo, pero estaba agotada, se sentía cansada pero no podía dejar que su único espectador se diese cuenta de ello
-¿Qué te pareció? -pregunto acercándosele-
-Fue... Perfecto -indico aun sorprendido por la belleza del baile-
-Me alegra -dijo sonriendo-
-El baile me hizo recordar a la perfección el que estabas haciendo cuando nos conocimos -dijo sonriendo-
-¡Qué bien! -dijo contenta- Me alegra escuchar eso
-De a poco voy mejorando mi memoria, debes tener un poco de paciencia -dijo apenado-
-No me molesta eso, por eso trato de ayudarte así sea con un baile -dijo felizmente-
-Gracias Sakura -dijo viéndola con un leve brillo en sus ojos-
-No hay de que, Muichiro -dijo la joven mientras daba pasos largos hasta el pasillo de su finca-
-¿Quieres más dangos? -pregunto el contrario acercándosele- ¿O quieres que traiga pasteles de fresa?
-Tranquilo, estoy bien así -dijo sonriendo- Por cierto, tu volviste de misión esta mañana, ¿no deberías descansar? -pregunto-
-Ya descansé lo suficiente estando aquí -explico-
-Pero haz estado cuidándome, eso no es descansar -dijo sonriendo-
-No te preocupes por mi -dijo sentándose a su lado-
-Si tú lo dices -susurro antes de empezar a acariciar a uno de sus gatos, Ryuna-
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La joven se concentró tanto en su pequeña gatita que no se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado, pero cuando cayó de nuevo en cuenta ya había caído mucho la noche y había una leve brisa, no fría, sino suave y cálida mientras que el cielo estaba estrellado
Y ahí estaba el joven de cabellos oscuros con degradado, dormido aun estando sentado, la contraria trato de no reírse al verlo tambalearse de un lado a otro. Con cuidado fue a buscar un futon delgado y volvió al pasillo para cubrir al joven con cuidado, se volvió a sentar y justo cuando iba a volver a apreciar las estrellas, la cabeza del contrario cayó en su regazo, lo cual la dejo completamente sorprendida
-Y decías que no debías descansar -susurro viendo al contrario completamente dormido-
-Sabes que no me gusta recibir casi ayuda -susurro aun con sus ojos cerrados-
Era cierto, el contrario no acostumbraba a pedir o aceptar ayuda de otros, estaba totalmente convencido de que podía hacer las cosas solo y por eso entrenaba día y noche para lograr mejorar, sin importarle lo cansado que estuviese su cuerpo
- -acaricia el cabello del contrario levemente- Lo sé...
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