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valeria sabia que su vida había cambiado en todos los sentidos.

Todo en su entorno cambiaba.

Pero lo que no sabia era si cambio para bien o para mal.
Habia pros y contras en la situación.

Eso si veía a su abuela levantarse cada mañana con más entusiasmo que el día anterior preguntando sobre los preparativos de la boda y eso la ponía en cierta forma feliz.
Pero claro el mal sabor de boca seguía presente.

La sensación de estar haciendo las cosas mal no se iba de su pecho y cada que veía a mateo la rabia aparecía.

Sentía unas ganas enormes de darle un punta pie y salir corriendo.

Huir al polo norte o a noruega.

No había mucha diferencia de clima.

Pero solo eran pensamientos.

Su relación con mateo no había cambiado mucho y no creía que lo hiciera, ambos eran totalmente distintos.

Sin embargo mateo se había estado comportando un poco más neutro que aquella vez en la habían sufrido un altercado.
No hablaban más haya de lo necesario.

Lo cual en cierto modo le causaba un conflicto pues iba a casarse con el y no sabia mucho sobre el.

Bueno, más haya de que era un narcotraficante.
Y no cualquiera el más importante.

Tenia miedo, miedo de todo.

Pero también se creaba este sentimiento de bipolaridad.
El querer conocerlo y el no querer saber nada de el.

Le daba dolor de cabeza.

Mateo no se quedaba atrás, el tampoco sabia que hacer o como activar.

Cosa que le causaba gracia.
Habia llegado a matar y tales cosas, pero no sabia como actuar con una chica, específicamente su prometida.

A decir verdad el estaba a costumbrado a que las chicas le saltaran encima pudiendo atención, drogas, sexo, dinero.

Pero con ese chica era totalmente lo contrario.
La había observado un pequeño tiempo con más detalle.

Esta no parecía querer nada en realidad, cualquier otra ya hubiese estado exigiendo ropa, zapatos o lo que se le ocurriera.

Pero valeria, valeria solo pasaba tiempo con su abuela y con la madre de el.

Seguía usando la misma ropa vieja que había traído con sigo.
La había visto peinarse el cabello con un cepillo que parecía tener años, su zapatos estaban gastados y el labial de su maquillaje estaba acabado, con su dedo meñique ella seguía sacando un poco y se ponía sobre los labios para después guardarlo nuevamente.

Ella era tan sencilla.

Habia estado esperando que la chica se acercara a el para pedir dinero o alguna otra cosas, pero esta solo le daba los buenos días en el desayunó y actuaba amistosa cuando estaban cerca de su abuela..

En ese momento simplemente la veía desde el balcón del despacho de su padre, la veía estar sentada en ese gran gardin sobre una mesa jardinera junto a su abuela y la madre de el, tomando lo que parecía ser una limonada o algo así.

Estas reían de lo que sea que estaban hablando.

Mateo sentía una sensación extraña en el al mirar su sonrisa.

Sacudió sus pensamientos y le dio una calada al cigarro que descansaba entre sus dedos y entro al despachó viendo a su padre sentado en el sofá que estaba dentro de este.

Trato - TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora