BARBARA
-no, no soy capaz de Salir asi señora Mariela- mordí mi labio inferior con el rostro completamente sonrojado, este vestido es demasiado revelador para mis gustos -. No tendrás otro que no sea tan extravagante.
Ella negó con su cabeza.
- ¿y para que quieres otro, si con este te ves hermosa? – dijo ella con una dulce sonrisa -. Dejaras a mas de uno con la boca abierta, mi niña. Este vestido lo hice especialmente para ti. Para que puedas demostrar la belleza que llevas por dentro y por fuera.
Me quede observando mi propia imagen en el espejo. Es vestido es preciosísimo eso no lo niego, pero no me siento nadita cómoda con él, es que simplemente siento que no soy yo. Estoy tan acostumbrada a utilizar ropa *normal*, bueno ropa que no sea tan extravagante, pues no soy de esas chicas que les gusta llamar la atención mediante su atuendo. Metida en mis pensamientos oigo como suena la alarma que había programado para verme con mi jefe, los nervios se me subieron a la cabeza. Llevo mas de 15 minutos tratando de convencerme de salir asi o simplemente cambiarme, pero tampoco puedo perder más tiempo, o mi jefecito se enojará conmigo. Después de todo, fue una orden estricta de su parte el tener que ver vestida asi.
-Bárbara, te sugiero que vayas lo más rápido posible con Damián. no queras que se enoje al ver que llegas tarde. sugirió - anda solo serán unas horas de presentación.
- supongo que tienes razón, muchas gracias– me sonrió y Sali hacia el escenario.
Cada paso que daba con los tacones bajos que tenia me tienen con las piernas temblando. No sé qué cara pondrá el Sr. Damián cuando me vea, ya que ya han pasado mas de tres minutos y nada que llego. La presentación no tarda en comenzar. Ese hombre a de estar que revienta del enojo. Camine hacia donde estaba su silueta grande y perfecta de espalda, con las manos temblorosas y el rostro sonrojado.
Seguramente será capaz de despedirme por mi falta de responsabilidad. Tragué saliva y me dispuse a hablar.
- Lamento mucho la demora Sr. Gallardo – se giró instantáneamente, sus ojos se estrecharon de inmediato al verme. Su mirada de furia cambio, haciéndome sentir nada ante ella-. Se que no tengo excusa alguna ante mi falta de puntualidad, pero se me presento un pequeño contratiempo en el baño – mentí.
- Se me quedo observando en un completo silencio. Su incomodo silencio me puso mas nerviosa de lo que ya estaba ante esa mirada. El es un peligro en cuanto a palabras se trata y ese silencio solo me confirma que seré despedida en unos segundos. Los segundos corrían al tiempo con sus ojos, viendo mi cuerpo con asombro. Si, esa misma mirada fue la que hace unos minutos me di enfrente del espejo. Una sorpresa, una mirada que no cree lo que ven sus ojos, no me había dado cuenta de la mujer a su lado hasta que la señora carraspeo y empujo al Sr. Gallardo un poco.
- Mi amor, ya están habiendo el anuncio. Debes salir
- Sonrió ladeado.
Mi corazón por poco y se me salía de la boca. Esos ojos verdes son demasiado oscuros. Le temo a ese desprecio y a ese odio que estoy segura que me espera en cuanto acabe de dar su discurso de apertura. Se dirigió acomodando su prefecto nudo de su corbata, y se perdió tras la bambalina de color rojo. Solté el aire que su mirada me había hecho retener. Su voz suave, ronca y firme, salió por el micrófono instantes después
- Mucho gusto, soy Camila la madre de Damián – la señora de preciosos ojs verdes casi como los de mi jefe, estiro su delgada, y fina y temblorosa mano hacia mi dirección -.
No te había visto antes en uno de los lanzamientos, ¿eres su amiga?
Rei nerviosa.
- No, no señora. Soy Barbara greco, una de sus tantas secretarias – estreche la mano con ella y me sonrió.
- Oh, ya veo. Disculpa que te haga esta pregunta, Bárbara, ¿Qué clase de relación tiene con mi hijo? – abri los ojos exageradamente ante su pregunta fuera de contexto.
- ¿Qué? Por supuesto que nada señora Gallardo – ensanchó una sonrisa traviesa.
- Quizás fue mi imaginación, ya sabes, es cierto ese que dicen que con la edad se pierde el sentido de a vista mas no del sentido, supongo que vi cosas que no eran – se encogió suavemente de hombros, no se que la hizo pensar semejante barbaridad.- Solo soy su secretaria, Sra. Gallardo. El Sr. Gallardo nunca se fijaría en mi… ni porque le dieran todo el dinero del mundo - reí mientras decía eso
- Bueno, en todo caso, perdona mi imprudencia - negué sonriendo -. Iré a ver la presentación. Soy una madre orgullosa de ver los logros de su hijo.
Se marcho ocupando uno de los asientos en primera fila. Su caminar era lento y despreocupado esto me hizo recordara mi nana. la echo mucho de menos. Ella es la única persona que extraño de esa casa de locos donde nací. Alinee a las modelos para que pudieran empezar su desfile. Todas quedaron sorprendidas ante el cambio de mi aspecto, pues el maquillaje y el vestido blanco me dan un brillo único y especial. El desfile empezó sin ningún contratiempo. Mientras el Sr. Gallardo describía con pasión cada una de las prendas que el diseño, las chicas modelaban libremente por el escenario. En cuanto a cabo, ayude a las chicas a cambiarse. La verdad no era parte de mi trabajo, pero de algún modo mi sexto sentido me decía que debía de estar lo mas lejos posible de Damián Gallardo. Hecho que no duro, según Sali del camerino de la última modelo, tropecé de frente con el y esa mirada rabiosa que suele tener me sacudió toda el alma.
-¿usted que hacía metida allí greco? La he estado buscando por todo el maldito lugar y no encontraba por ningún lado. ¿cree que soy su niñero o q?
- la furia esta claramente reflejada en sus ojos -. Maldición, greco usted no tiene ni un poco de consideración con el dolor de cabeza que siempre me causa con sus…. Despistes – se aclaro la garganta-. Este hecho no se lo dejare pasar, asi como asi.
Usted no tiene ni porque ayudar a esas niñas, ni que no tuvieran manos para que, por su propia cuenta se vistan – tomo aire, esta energético.
- Lo siento mucho Sr. Gallardo – mordí, labio, y rio -. Pensé que no me necesitaba para nada más – sus dedos largos y finos se posaron en sus labios haciéndome callar por completo.
- Entre al camerino, greco. Recuerde que tenemos una conversación pendiente – abrió la puerta y no me quedo de otra que entrar con el -. Esta vez no me dejara con a cabeza caliente y el cinturón puesto.
Muy pero muy feoo jajaá perdón por no publicar...
I love chicas