Carta 80

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Querido chico:

Es curioso cómo te has convertido en algo que siempre está presente, aun cuando ya no estás aquí. Eres la ausencia más presente en mi vida, y no hay día que pase sin que me lo recuerde, sin que lo sienta profundamente en cada rincón de mi ser.

Te fuiste, lo sé, pero de alguna manera, tu sombra sigue caminando a mi lado. En cada cosa que hago, en cada lugar al que voy, en cada pensamiento que tengo, estás tú, como un eco lejano que no se disipa. Es una ironía cruel, ¿no crees? Te has vuelto una ausencia que no desaparece, una falta que no se llena, un vacío que lo ocupa todo.

Trato de seguir adelante, de llenar mis días con otras cosas, con otras personas, pero siempre, en los momentos más inesperados, vuelves a aparecer en mi mente. A veces es una canción, a veces una frase, o simplemente el silencio de la noche. Y ahí estás, como si nunca te hubieras ido del todo, pero al mismo tiempo, tan lejos de mí.

Lo más triste es que no puedo dejar de pensar en todo lo que podría haber sido, en todo lo que imaginé para nosotros. Y cada vez que ese pensamiento regresa, siento de nuevo la pérdida, la ausencia de lo que nunca llegó a ser. Eres ese espacio que nadie más puede llenar, ese hueco que quedó cuando decidiste irte.

A veces me pregunto si tú sientes lo mismo, si yo soy también una ausencia en tu vida, o si simplemente desaparecí cuando te alejaste. Pero, al final, supongo que la respuesta no cambia nada. Lo que queda es esto: la sensación constante de que, aunque no estás, sigues aquí, presente en cada pensamiento, en cada recuerdo.

Con la tristeza de quien vive rodeado de una ausencia que lo consume.

S. A

Las cartas que nunca vas a leerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora