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En la enfermería se colaron los primeros rayos de sol del día.

Draco Malfoy se había despertado al sentir como la puerta principal se abría. Se incorporó con cuidado en su camilla, dejando su torso con vendas al descubierto, y miró con detenimiento a la entrada mientras deslizaba con sutileza su mano bajo la almohada, buscando su varita hasta tenerla firmemente agarrada.

El ruido de unos pasos apenas era perceptible, pero Malfoy sabía que algo o alguien estaba yendo en su dirección. Se preparó para lanzar un homenum revelio hasta que ese adicto aroma a café y tierra mojada llegó a sus fosas nasales, permitiendo que se relajara y aspirara -disimuladamente- más de esa fragancia.

— Potter.

No pasó mucho tiempo cuando esa presencia se posicionó a un costado de su cama y -con un suspiro de decepción- apareció un revoltoso nido de pájaros y unos preciosos ojos verdes tras horrendas gafas.

La cabeza del elegido flotando en el aire.

— Buenas, Malfoy.

— Porqué será que tengo un deja vú —bufó el chico rubio rodando los ojos—. ¿Qué haces aquí, Potter?

En el rostro del azabache apareció una gran sonrisa, se quitó la capa dejando ver su cuerpo completo y acercó una silla para sentarse. Todo bajo su mirada de desconfianza.

Cuando pareció que iba a comenzar a hablar, el rubio lo cortó.

— No.

— Ni siquiera había abierto la boca aún —su sonrisa decayó.

— Algo me dice que, sea lo que sea que te haya traído aquí a estas horas, es descuidado, no analizado, posiblemente impulsivo y que lo más sensato es un no.

— Para tu información es una grandiosa idea.

Malfoy entrecerró sus ojos—. Bien, habla. Te escucho.

— Seamos amigos —Harry mostró su mejor sonrisa ante el rostro extrañado del rubio, la cual se borró tras su respuesta.

— No.

— ¿Por qué?

— Potter, ¿de verdad estás preguntando la razón?

— Es obvio ¿no? No veo razones para que te niegues —apoyó sus codos en sus rodillas extendiendo sus antebrazos—. De hecho, tiene sus beneficios.

— ¿Sí? ¿Como cuáles?

— Bueno, si eres mi amigo ya nadie te molestará.

— Oh, así que ser un protegido del niño dorado —apoyó sus manos en el colchón y recargó su peso en ellas, provocando que sus músculos se definieran—. Es contraproducente ¿No has pensado en que quizás eso empeore mi situación?

— Pero si te mantienes a mi lado, entonces no podrán hacerte nada. Te protegeré.

Harry bajó su mirada hacia el torso de Malfoy, observando con detenimiento como sus músculos se estiraban y relajaban con cada respiración, haciendo que en el rubio apareciera un fuerte palpitar.

Oh, no.

— ¿Por qué haces esto, Potter? ¿Cuál es el fin? ¿Por qué.... Por qué?

El azabache se sobresaltó, subiendo rápidamente la mirada mientras se acomodaba torpemente sus lentes, los que ocultaban un extraño brillo.

— No... No hay mucho para pensar. Solo no me agrada. Verte así, tan lastimado... no lo mereces. ¿Sabes? Es... es injusto.

Una risa sin ganas salió de los labios del rubio—. ¿Cómo estás seguro de que no merezco esto?

Aroma a menta [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora