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Harry no quería darle la razón a Ron.

Realmente no quería hacerlo y fue por eso que se escondió en la sala de los menesteres.

Entrando sigilosamente (como si estuviese realizando algo malo) revisó a ambos lados de la habitación que apareció para él y, una vez acomodado, sacó el pergamino de su túnica desplegandolo sobre la mesa que tenía al frente y con su varita apunto al centro.

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

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Decir que Harry tuvo una grata noche sería mentir.

Gracias a la férula y al cabestrillo ya no sentía tanto dolor en su mano, a no ser que estuviese boca abajo en su cama. Y a Harry le encantaba dormir de esa forma. Su cuerpo trataba de buscar siempre aquella posición, lo que provocaba que se despertase a lo largo de la noche y a ello se le tuvo que sumar una pesadilla.

Si bien las pesadillas ya no eran tan recurrentes como antes, igual habían noches en donde regresaban. Su medimago le decía que sería normal que ocurriesen, en especial en aquellos días donde pasa por demasiado estrés o inseguridad o si algo similar a esos malos sueños se vuelve a presentar, catalizadolos.

Y puede ser que su mal humor por la lesión, y la imposibilidad de hacer cosas cotidianas como corresponde, lo haya estresado de sobremanera y que, para empeorarlo, tenía la imagen del cuerpo lastimado de Malfoy, haciendo que su cerebro volviese a ciertos episodios de su infancia y, sobre todo, al 96-97.

Eso trajó a un Harry listo para ese día Lunes. Ya bañado y vestido se encontraba sentado en uno de los sillones de la sala común, mirando hacia el fuego de la chimenea -que había sido encendido por los elfos domésticos hace media hora-, esperando que alguno de sus amigos despertase y se preparase para bajar al Gran Comedor.

La primera persona en bajar fue Hermione, una hora después, que lo miró sorprendido por verlo tan temprano.

— Hola, Harry —se sentó a su lado— ¿Pesadillas?

— Buenos días, Mione —dirigió su mirada a la castaña, haciendo notar sus ojeras y su vista cansada— Joder, sí. Dormí terrible por culpa de eso y de esto —levantó el cabestrillo.

— ¿Quieres una poción energizante? Tengo algunas en mi habitación.

— Sí, por favor. Te lo agradecería muchísimo, Mione.

— Ya regreso.

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La poción le fue de gran ayuda a Harry. No logró tapar su cansancio, pero al menos no lo sentía demasiado.

A los pocos minutos habían bajado Ron junto a Neville, por lo que se levantaron para ir a desayunar y luego dirigirse a sus clases.

Transformaciones con Hufflepuff resultó divertido.

Los profesores comenzaron a hacer más actividades entre casas, siendo menos alumnos de octavo año, era más fácil llevarlo a cabo. Por lo que en esa clase acabó trabajando con Zacharias Smith.

— No, no. Harry, lo estás haciendo mal. Con la mano izquierda el movimiento es en espejo —colocó su brazo adelante realizando el hechizo lentamente—. Intenta hacerlo al revés. Si mi varita gira a la derecha, la tuya lo hace a la izquierda. Sí, así mismo. Una vez más.

— ¿Si sabes que esto es una perdida de tiempo? En una semana mi lesión estará sana, así que estaré usando la mano derecha —aun así continuó realizando el movimiento.

Aroma a menta [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora