El amanecer se filtraba débilmente por las estrechas ventanas del apartamento que la Port Mafia le había asignado. Yokohama despertaba a un día más, pero para Selene, cada día era una constante batalla entre adaptarse a su nueva vida y comprender el caos en el que había caído desde que terminó en el cuerpo de Akutagawa Ryunosuke.
Su mente aún se sentía atrapada en una niebla densa y turbia. Había aceptado la realidad en la que vivía, pero no dejaba de preguntarse si algún día podría regresar a su propio cuerpo, a su antigua vida, aunque ahora aquello se sintiera lejano y casi inalcanzable. El nombre "Selene" se desvanecía lentamente, y con cada misión, se hundía más en el rol que la Port Mafia esperaba de Akutagawa.
Despertaba cada mañana con el cuerpo de Akutagawa tenso, sus músculos preparados para la violencia. La mafia no le daba tregua, y las misiones diarias eran despiadadas. Había aprendido a usar el poder de Rashomon con más facilidad, pero aún se resistía en algunos momentos. Selene sabía que el cuerpo tenía memoria y, cada vez que usaba esa aterradora habilidad, era como si Akutagawa mismo peleara por retomar el control.
Al principio, había evitado las interacciones con otros miembros de la mafia tanto como fuera posible. Los rumores sobre la ferocidad de Akutagawa habían hecho el trabajo por ella. Los otros mafiosos mantenían su distancia, respetuosos y temerosos. Pero con el tiempo, Selene comenzó a notar la fragilidad en esa fachada. No todo era tan organizado ni tan seguro como parecía. Dentro de la Port Mafia, los mismos miembros estaban dispuestos a traicionarse unos a otros si la ocasión lo permitía.
Mori Ougai, el astuto líder, observaba a cada uno de ellos como un titiritero detrás de una cortina. Selene lo sabía bien. Desde su primera misión, donde Mori la había usado como un peón en su juego, había aprendido que la confianza era un lujo que no podía permitirse.
Los días pasaban como un borrón, cada uno más confuso que el anterior. Selene intentaba adaptarse, pero su mente estaba en un estado constante de agotamiento. A veces, se sorprendía a sí misma moviéndose o reaccionando como lo haría Akutagawa. En más de una ocasión, había respondido a preguntas con su tono frío y severo, y la manera en la que caminaba por los pasillos del cuartel general de la mafia también había cambiado. El cuerpo no solo tenía memoria muscular, sino que también transmitía fragmentos de la personalidad de Akutagawa.
Selene lo sentía más fuerte cada día.
--------------------------------------- TIEMPO DESPUES ---------------------------------------
Las primeras semanas, Selene había pensado que eran simples sueños, el resultado del estrés acumulado y del insomnio que la acosaba, pero con el tiempo, comprendió que no se trataba de eso, eran recuerdos o visiones. Fragmentos de la vida de Akutagawa, mezclándose con su conciencia, asaltando su mente en los momentos menos esperados.
Una noche, después de una misión especialmente brutal, Selene se dejó caer en el sofá del apartamento de Akutagawa- Que por cierto era muy lujoso, grande y espacioso. -extenuada. Apenas cerró los ojos, las imágenes comenzaron a formarse, más vívidas de lo que nunca habían sido. Al principio, era solo una sensación de soledad opresiva, un vacío tan profundo que la hacía estremecerse. Luego, vinieron las imágenes.
Un niño de rostro pálido, con ojos grandes y oscuros, caminaba por las calles destrozadas de Yokohama, sus ropas estaban sucias y rasgadas, y su mirada era de pura desesperación, no había nadie que se preocupara por él. Las sombras se cernían sobre él como una segunda piel, y en esos momentos, Selene sintió un dolor que no le pertenecía. Era la infancia de Akutagawa, el abandono, el hambre, la rabia impotente que lo había consumido.
ESTÁS LEYENDO
INTERCAMBIO DE ALMAS BSD
CasualeAsesinos a sueldo, diferente pasado, similar presente, ¿Mismo futuro?, María Selene y Akutagawa Ryunosuke cambiaran de cuerpo encontrándose identificados con el otro y ayudándose entre sí. Punto de vista solo desde María Selene.