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8 DE ENERO DEL 2047

Pasaron tres días de mi viaje a una de las más hermosas playas del litoral. Unos días que disfruté junto a mi familia, mi querido hijo y esposo. Ahora, solo me veía en el espejo, ese vestido beige que delineaba mi cuerpo cuyo corte triangular en el pecho mostraba con más coquetería mis pechos. Volteo hacia mi guardarropa, observando una pañoleta de tono claro para así ponérmela en el cuello y cubrirme un poco, de todos modos, me sentiría más abrigada así. Celia, se acercó a la puerta para avisarme que todo había quedado listo para la cena y que mi esposo me estaba esperando en la sala de visitas.

—Señora, se ve muy radiante. —me sonrió la amable mujer para luego salir. Antes de bajar me dirijo hacia la habitación de Edward para corroborar si se había cambiado. Digamos que no ha sido el mejor de su agrado ya que la noticia no le había gustado del todo. Supongo porque ahora sabe el papel que cumplió Connor en mi vida y eso es precisamente por el manuscrito que nunca decidí publicar. Entro a su habitación, observándolo en pijamas leyendo tirado en su cama como si no le hubiera pedido que nos acompañara el día de hoy a la cena que su papá había organizado.

—Amor ¿No te piensas cambiar? —acercándome a él.

—Ya te he dicho que no quiero ver a ese hombre. —me contestó serio, —Aún sigo sin creer porqué papá pretendió invitarlo a la casa.

—Solo será un momento, además vendrá su hija. ¿A caso no quieres conocerla?

—Y que se repita tu triste historia, no gracias.

Paso con dificultad al escuchar a Edward hablarme de ese modo. Sin embargo, no le iba a dar motivos para darle a saber que sus palabras me hirieron.

—Entrégame el libro. —ordeno seria.

—Mamá, perdón. —intentó acercarse a mí, —Yo no quise decir eso.

—Dámelo, ahora. —repito por última vez.

Salgo de le habitación directo a mi cuarto para guardar el libro en el cajón de mi velador, asegurándolo con llave. El sonido del timbre, se escuchó en toda la casa sintiendo mi corazón latir por segundos. Respiro profundo y me dirijo a las escaleras. Mientras bajaba observaba de lejos a Connor de la compañía de su única hija, Alexandra; que me sonrió al verme. Sin embargo, no podría decir lo mismo de su padre que a pesar que no delineaba la fina curva en su rostro sus oscuros ojos no dejaban de contemplar mi presencia.

—Qué gusto verlos aquí. —comenté luego de saludarlos atentos.

—El diseño de su casa es muy bonita. —agregó su menor hija, —Papá también ha diseñado casas así.

—¿De verdad? —expreso impresionada.

—Se podría decir que...

—¡Llegaron nuestros invitados! —se unió a nosotros Cristhian y los saludó a cada uno. Connor hacía el intento de no mirarme, pero fue inevitable percibir su rostro de asombro al verlo por lo amable que fue mi esposo con él. Nos dirigimos al comedor principal que desfilaban en la mesa el delicioso banquete que Celia había preparado para nosotros.

Todos nos sentamos en nuestros sitios, pero solo faltaba la presencia de Edward que fue incapaz de bajar a cenar con nosotros.

—El platillo luce delicioso. —expresó Alexandra cuando Celia le entregó personalmente la cena que había preparado exclusivamente para ella. Según me había comentado su padre, ella no consumía carnes por lo que se le preparó un plato vegano.

—No se hubieran molestado de prepararle algo diferente al resto. —intervino su padre.

—No hay problema siempre hay que complacer los gustos de nuestros hijos ¿no, amor? —se volteó para sonreírme y darme un beso corto en los labios.

CÍRCULOWhere stories live. Discover now