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¿Por qué ya no me escribe?

17 DE FEBRERO DEL 2020

Ya han pasado tres días desde la reunión en casa de Iana, pero sobre todo del suceso que ha merodeado mi cabeza todas las noches. Mi beso con Connor. Fantaseando con la idea de que nunca termine lo que significó mi primer beso. Con solo imaginar otro momento así o esa situación en la que hoy en día los chicos y chicas de mi edad experimentan o ya han experimentado, mis mejillas se sonrojan. Simplemente no hay forma que eso vaya a suceder primero porque un chico como Connor, tan lindo, de nariz respingada, mandíbula bien marcada, ojos marrones y esos rulos ensortijados es menor que yo por tres años y legalmente eso sería cárcel. Y segundo porque el tener un vínculo sexual con un varón solo sucederá el día que me case con esa persona, por no decir que me da miedo el hecho de salir embarazada.

En fin, boberías mías. Lo único que pensaba es que Connor en estos días no me ha vuelto a escribir como solía hacerlo antes y eso me angustiaba.

¿Por qué dejaría de hacerlo? Si solo fue un juego para él, aunque para mí haya sido lo contrario.

Lo que sucedió para mí significó lo más hermoso que me ha pasado. Fue como el sueño hecho realidad de una niña embobadísima con el chico que le gusta.

Pero debo ser realista, dadas las circunstancias. Él me ha demostrado más de una vez que yo no soy su chica ideal. El tipo de mujer que a él le gustaba, son más voluminosas, altas, de buen cuerpo y piel muy clara. Todo lo opuesto de mí, que soy delgada, pequeña y trigueña.

Sé que no es momento de comparaciones, porque todos tenemos nuestro prototipo ideal pero entonces si no lo soy ¿por qué ya no me escribe? Si ese beso no significó nada para él ¿por qué dejaría de un lado nuestra amistad?

Muchas preguntas rodeaban mi mente sobre el hecho que marcó el inicio del cambio con mi amistad junto a Connor.

Me termino de cambiar para ir al cumpleaños de Iana que había preparado una pequeña celebración en su casa y había invitado a todos sus amigos. Nunca antes me había arreglado tanto como para esa velada, porque en el fondo presentía que allí lo encontraría entonces iba verme. Un poco de rubor en mis mejillas, labial palo rosa en mis labios y mi cabello negrizco más lacio de lo habitual. Esta vez no utilizaría mis clásicas converse sino unas sandalias con plataforma que había tomado prestado de mi madre, una falda larga y un top claro notando más mi flacucho cuerpo.

Al llegar, felicité a Iana y le entregué su regalo de cumpleaños. Ella se encontraba muy contenta al verme, al parecer ya habían comenzado a tomar unos cuantos traguitos notándose en su achispado rostro. Las hermanas Lorenz me reciben del mismo modo, sin embargo, antes de continuar con ellas a la sala donde se encontraban nuestros amigos, Sandra tomó de mi mano.

—Lunita. —me detuvo un poco preocupada, —Iana ya nos contó lo que sucedió contigo y Connor.

—¿Qué te contó? —me hice la desentendida, para no levantar sospechas de lo que sentía muy al fondo por él.

—El beso que se dieron. —me miró fijamente a los ojos, —Y yo he visto cómo lo miraste esa tarde.

Me quedo en silencio, sin poder responder. Tal vez a estas alturas ya debería haberles dicho a mis primas los sentimientos que tenía por el niño que solo vive en mis pensamientos, pero sabía que en el fondo no lo verían correcto de que me fije en alguien menor tres años, pero sobre todo por lo que me contaron de él.

Y es que al día siguiente después del beso que me di con Connor, me enteré que él había tenido una relación con Nora, una amiga nuestra que se mudó al otro lado del mundo. Sin embargo, eso no era lo que más llamó mi atención, sino que una de las causas por la que ambos terminaron fue porque él había tenido una aventura con Pamela. Ahora entendía porque su mejor amiga era tan celosa conmigo por las veces que salíamos juntos.

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