CHAPTER 2 | reaching out

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Habían pasado cinco meses desde que ocurrió

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Habían pasado cinco meses desde que ocurrió. Cinco meses solitarios y duros.

Mi madre había muerto oficialmente y yo no sabía cómo sentirme. Se había suicidado y, por supuesto, entendía por qué. Durante casi toda mi vida solo habíamos hablado de su decisión y, desde entonces, esa fatalidad inminente se mantuvo sobre mi cabeza. Pero cuanto más hablábamos de ello, más fácil me resultaba dejarlo atrás. Y aunque me sentía mejor por el hecho de que mi madre había muerto, eso no cambiaba el hecho de que me dolía.

Mi madre era una vampiresa, la única de su especie en ese momento hasta que llegué yo, por supuesto. Había pasado décadas en esta Tierra buscando una salida. El sol no la dañaba, ni las armas, ni el ahogamiento, ni la asfixia. Ella regresaba cada vez. Y cada vez se volvía más decidida a encontrar nuevas formas de terminar con su miseria.

Pero finalmente lo había logrado. Al parecer, un bistec en el corazón era todo lo que necesitaba para dar su último suspiro. Fue una despedida rápida pero poéticamente hermosa.

Lo bueno de ella era que nunca me hizo sentir menos. A pesar de querer morir, me hizo saber que no tenía nada que ver conmigo. Ella vivió siglos y siglos, sin saber nunca realmente qué hacer con ella misma. Y quería descansar, nunca pidió una vida eterna. Era una mujer sencilla que quería una vida sencilla y ella no tenía nada que ver conmigo.

Sintió que había impuesto la tierra durante demasiado tiempo con su vida.

En esos meses la lloré mientras me ocupaba de todo lo que tenía que hacer. Mi madre se aisló del mundo lo más que pudo, pero eso no significó que no tuviera asuntos que atender.

Ella creía que era una especie de monstruo la mayor parte del tiempo y su forma de sobrellevar la situación era querer vivir lo más humanamente posible. Creó empresas y se asoció con personas casi tan mayores como ella. Y así construyó un imperio entre bastidores. Tenía una fortuna que superaba lo que muchos podrían imaginar. Y con su muerte, llegó mi herencia. Yo ganaría todo por lo que ella había trabajado duro. Todo era mío y podía hacer con ello lo que quisiera.

Pero, una vez más, mi madre me había preparado para esto toda mi vida. Me dejó en claro que me amaba y me crió lo mejor que pudo y por eso le tenía un gran cariño. Pero era realista y también me recordó que, aunque estaba destinada a vivir eternamente, encontraría una salida a cualquier precio. Y yo lo entendí.

Durante ese tiempo, me enteré de que Bella se había casado, tenía un hijo y vivía en Forks con su nueva familia. Sentí un gran orgullo. Ella era joven todavía, pero lo hizo posible.

No hablábamos tan a menudo como antes. De niñss éramos muy cercanas, pero desafortunadamente sucedieron cosas y ya no nos veíamos. Nos enviábamos correos electrónicos y nos llamábamos por teléfono de vez en cuando. Y desde que se instaló en Forks, no había sabido mucho de ella. Pero, por otra parte, tampoco me comunicaba tanto.

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