El celo no es el único pretexto para pedir un polvo.
ADAPTACIÓN esta historia NO es mía.
Este increíble relato es de la autora @bubblexrainbow todos los créditos a ella. Estoy completamente agradecida por haberme permitido hacer la adaptación de su...
— Hao, si te soy sincero no creo tener la misma paciencia del personaje, ya le mandé mis mejores piropos y ni caso que me hace. Tampoco quiero humillarme hasta que mi dignidad quede por los suelos, eh.
— ¿Pues que piropos le mandas?
— Pues....los normales, ¿no?
— ¿Para ti cuales son los piropos normales, Jun?
— Los....¿intensos?
— Mhmmmm — me miró no tan convencido — Tampoco es que te pase lo mismo que en la historia. Ya hay varias personas diciéndole lo bueno que se ve, dile algo distinto.
— ¿Cómo qué?
— Mmmmm, yo que sé....— rascó su nuca — Emmmm, sonará raro, pero podrías enviarle piropos divertidos, ya sabes, con humor y doble intención. Como los memes que me mandas a mí.
— No creo que eso funcione, no creo que sea la clase de persona que me haga caso solo por decirle alguna pendejada.
— Podrías intentarlo — insistió — ¿Qué más podrías perder? No es como si tú dignidad estuviera bien alta.
— Idiota — Hao comenzó a reír.
— Ash, trae acá — me arrebató el teléfono — Sí me contesta me deberás la vida.
— Sí funciona te compro hasta un auto, HaoHao — dije sarcástico.
— Veamos....
Al decir esto decidí acercarme para ver lo que hacía y lo que vi sin duda me hizo revolverme de la vergüenza.
Que te jodan, Hao.
Algún día nuestros bóxers estarán tendidos en el mismo alambre, bebé. 🙈
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Si el veneno de la araña paraliza a la rata, ¿qué veneno tengo que usar para paralizarte la riata? 😈
Enviado.
Tuve que tirarme a mi cama al ver semejante mamada — ¡¿Cómo se te ocurrió tremenda estupidez, HaoHao?!
— ¿Qué tienen? Son divertidos.
— ¡Son vergonzosos! Como crees que me va a contestar tremendas idioteces, pensará que soy un niño ridículo.
Y entonces el teléfono vibró.
Mi boca se abrió una vez que me senté en mi cama — ¿Qué decías acerca de mis piropos de albañil, niño ridículo?
— ¡Dios mío, trae acá!
Le quité mi teléfono de sus manos, mi mejor amigo comenzó a reír al ver mi rostro cuando prendí la pantalla.