Acuerdo de convivencia

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Dos personas que deciden vivir juntas.


Katsuki sube las escaleras con furia. Considera durante un par de segundos si subir las escaleras dando fuertes pisotones para demostrar su enojo es una buena idea o será muy infantil de su parte. «Al diablo, ¿a quién le importa si estoy siendo infantil?» Entonces golpea el suelo con los pies a cada paso que da para asegurarse de que el chico de abajo lo escuche. Se lo imagina abajo tornando los ojos en blanco y eso solo lo hace enfurecer aún más.

Honestamente se siente humillado. No puede saber con exactitud si alguna vez se sintió así, incluso antes del accidente nadie había hablado con el viejo Katsuki de esa manera. El pequeño regaño de Nemuri, cuando no quería participar en las entrevistas, se siente poco en comparación con el sentimiento que tienen en este momento. Es...

Es como si le acabaran de decir que es estupido de mil formas distintas y ni siquiera tiene una forma de responder. Nunca nadie lo ha llamado estupido.

—¿Quien se cree que es este idiota?

Enojado se sienta nuevamente en ese sillón en esa pequeña habitación. Cruza los brazos y mira el pequeño refrigerador que hay enfrente que se ve como el tipo de refrigerador que tendría un universitario que vive solo y a penas sobrevive con lo básico, por la edad que aparenta ese chico no le sorprendería que lo fuera.

Sigue mirando ese refrigerador y suelta un gruñido. Izuku se había equivocado en algo, en realidad no tiene nada de hambre. No tuvo tiempo de revisar por completo la computadora pero alcanzó a ver que la energía de su cuerpo proviene de una batería nuclear que usa la energía de la desintegración de radioisótopos para generar electricidad. La batería por sí sola debe tener energía suficiente como para durar 20 años por lo que no entiende porque tuvo que colapsar frente al negocio de ese tipo verde con pecas y no puede averiguar nada más al respecto hasta que tenga la computadora nuevamente en sus manos.

Sigue contemplando el refrigerador. Su falta de hambre debe ser sospechosa. No puede decirle a ese chico que no necesita comer sin darle una explicación. Entonces decide abrir ese pequeño refri para ver qué encuentra.

Guardados en un conjunto de toperes encuentra sobras, probablemente la cena de la noche anterior, o el desayuno. Saca uno de ellos considerando que puede hacer sin que se sienta demasiado sospechoso. Hasta donde sabe puede ingerir cierta cantidad de alimentos, es bastante poco pues en todas las ocasiones que cenó con Eri la sensación de saciedad le llegó después de un par de bocados.

Demonios, ni siquiera sabe que pasa con todos los restos. No recuerda haber tenido que ir al baño en los últimos meses y no entiende cómo es que ese detalle no le pareció sospechoso antes.

En realidad le pareció sospechoso, es solo el bloqueo mental lo que le impidió conectar los puntos y notar cosas que debieron ser evidentes.

—Si tan solo tuviera la maldita computadora.

Debe resultar extraño que un robot sepa poco o nada de su propio funcionamiento. Pero luego piensa que las personas no saben por instinto cómo funciona su propio sistema digestivo, así que no debe ser tan sorprendente.

Contempla el topper decidiendo qué debe comer aunque sea un poco si no quiere ser cuestionado. Así que prueba lo que sea que sea lo que hay dentro que parece ser un intento de carne y verduras salteadas, está un poco salado pero en general no está mal. La saciedad llega a él antes de llegar a la mitad y lo deja. Es poco pero si ese chico sube al menos puede decir que comió.

Procede a sentarse nuevamente en el sillón sin saber qué esperar.

Trata de armar un plan. Logró salir de la metrópoli, ¿ahora que? El chico con pecas puede ser muy molesto pero tiene razón en que no tienen un plan y efectivamente solo pensaba caminar hasta alejarse la mayor distancia posible de todo aquello que le traiga recuerdos.

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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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