Capítulo 6

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Bajó las escaleras con tranquilidad, mientras escuchaba un sonido familiar. Cuando llegó a la mitad de las escaleras, vio a Candy limpiando las escaleras con entusiasmo y cantando mientras lo hacía. La escena le pareció tan divertida e inesperada que no pudo evitar reírme un poco, por lo concentrada que estaba Candy al limpiar.


«Me pregunto cuanta energía tiene que tener esta niña, por la mañana, para estar tan fresca».


"Tienes demasiada energía para la mañana, Candy",— dije al verla; ella me escuchó sonriendo. — "Buenos días, Beatrice". — Asiento cuando me saluda y empiezo a bajar la escalera hasta llegar a su lado.


"Prefieres hacer eso a hablar conmigo, te queda mejor", — comenta Elisa apoyada en la baranda de la escalera, mirando a Candy con burla. Cualquiera preferiría limpiar a hablar con ella. —"Buenos días, ¿no te gustaría hacer algo, Elisa?" —Le pregunta Candy sin voltear a verla. —"Dime señorita, señorita". —Le recalca Elisa a Candy, pero esta la continúa ignorando. —"Oh sí, señorita, ser mala no es nada saludable, trabajar le haría muy bien". — Al ver como Candy y Elisa intercambian palabras, se rió con fuerza ante la respuesta de Candy. —"Candy tiene un punto"—, interviene, aún sonriendo. —"Y a ti, Elisa, parece que no te vendría mal un poco de trabajo, para estar ocupada y no molestar a los demás con tu comportamiento infantil". —Y que Elisa se fuera indignada.


"Lamento su comportamiento; a veces puede ser una mocosa",— comentó sonriéndole con pena. Ella me mira con detenimiento antes de reírse y decirme. —"No te preocupes, no podrá vencerme", — anuncia encogiéndose de hombros.

[...]


Después de esa pequeña charla, me dirigí al salón de música, donde mi maestro de violín la esperaba para su clase privada. Mi padre me siguió y se sentó a un lado para escucharme practicar.


Tomé con facilidad la cuerda y empecé a tocar el violín con gran destreza. Mi expresión estaba centrada y tranquila mientras tocaba. Movía los dedos, y se deslizaban con precisión y fluidez por las cuerdas del instrumento. La música llenaba el salón con un sonido melodioso y delicado, reflejando el talento natural de Beatrice.


El maestro de música escuchó con orgullo el desempeño de Beatrice, y al terminar, le elogió con elogios. Sin embargo, también notó un pequeño error en la última parte de la composición.


"Maestro Charles, ¿tiene que ser ahora?" —Pregunto, rogando con suplica que no lo fuera. El Maestro Charles sonrió, y le respondió a Beatrice con amabilidad. — "Sé que no te gusta practicar mucho, pero quiero asegurarme de que seas perfecto. Además, todavía quedan unas horas hasta que termine. Así que vamos, toma tu arco y empieza de nuevo".


«Ayúdenme.»


Beatrice enderezó su postura con el violín apoyado en su hombro y el arco listo en mano. Inspiró profundamente y cerró los ojos, permitiendo que la letra de una canción llegase a su mente.


Empezó a interpretar una hermosa melodía de una película de su mundo, cada nota flotando en el silencio de la habitación como nubes en un cielo despejado. Su concentración era inquebrantable. Sus dedos y arco bailaban con una precisión perfecta.

La pequeña Leagan | Candy CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora