Capítulo 9

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Después de ese pequeño suceso, Beatrice caminaba con paso firme por el pasillo, cada movimiento calculado y lleno de determinación. Estaba decidida a encontrar a Candy y entregarle las invitaciones a la fiesta, una pequeña victoria contra la mezquindad de sus hermanos. Justo cuando giraba la esquina, se encontró con Dorothy, que venía caminando en la misma dirección.  


"Dorothy".— llamada Beatrice, deteniéndose frente a ella, —"ve a mi habitación y trae la caja color crema que está sobre mi escritorio de noche". Tráela contigo al cuarto de Candy".


Dorothy se acercó sin hacer preguntas y rápidamente se dirigió hacia la habitación de Beatrice. Beatrice continuó su camino hacia la habitación de Candy, sabiendo que estaba a punto de hacer algo que cambiaría el ánimo de la chica pecosa. Cuando llegó a la puerta, se detuvo un momento, respirando profundamente y asegurándose de que su expresión seguía siendo serena y segura.


Dorothy volvió con la caja en sus manos justo a tiempo, y juntas entraron en la habitación de Candy. La escena que se encontraron les rompió el corazón a una y a la otra le incomodó: Candy estaba sentada en la cama, con el rostro oculto entre sus manos, mientras sollozaba suavemente... La vulnerabilidad de la niña la hacía ver más pequeña y frágil de lo que Beatrice jamás la había visto.


«Buaj, como aborrezco ver a las personas llorar.»


Dorothy no pudo mantener el silencio por más tiempo. Se acercó a Candy y, abrazándola suavemente, le habló con ternura. —"Candy, tú no eres una llorona", —dijo Dorothy, acariciándole el cabello con una sonrisa comprensiva. —"No importa qué vestido usas. No es el vestido al que te invitan, sino a ti. Así que, por favor, sonríe. Eres más fuerte que esto, lo sé".


Las palabras de Dorothy parecieron tener un efecto inmediato. Candy levantó la cabeza, aún con las mejillas húmedas, pero en sus ojos empezaba a aparecer una chispa de esperanza. Beatrice había permanecido al margen hasta ese momento, observando la escena con una expresión pensativa. Entonces, finalmente, se acercó a Candy y, con una leve sonrisa en sus labios, rompió el hielo con un tono de broma.


—"No sabía que eras una llorona, Candy. Tengo algo para ti" —dijo Beatrice con un tono ligero, una sonrisa torcida que mostraba una pizca de diversión, sacando las dos invitaciones y entregandolas a Candy en las manos... —"Parece que hiciste dos amigos nuevos", — dije calmada, viendo su rostro cuando recibió las invitaciones en las manos.


Candy se sonrojó intensamente, sorprendida al descubrir que Beatrice estaba ahí todo el tiempo. Rápidamente secó las lágrimas con el dorso de la mano, avergonzada y agradecida de no estar sola. Cuando miró las cartas en sus manos no pudo evitar fruncir el ceño con confusión. Al abrirlas, la sorpresa y alegría brillaron en ella.


Beatrice le hizo un gesto a Dorothy para que acercara la caja color crema hacia la cama. Cuando la caja estuvo en su lugar, Beatrice la abrió con un movimiento lento y deliberado, creando un momento de expectación. Al ver el contenido de la caja, tanto Candy como Dorothy se quedaron boquiabiertas.


Dentro había un hermoso vestido completamente blanco, confeccionado con una tela fina y suave que parecía brillar con un ligero resplandor. El vestido estaba adornado con pequeños moños de un tono verde musgo oscuro, elegantemente distribuidos, que le daban un toque delicado y cómodo. Era un vestido que parecía hecho para una princesa, un vestido que claramente estaba destinado a alguien especial.

La pequeña Leagan | Candy CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora