Donde antes hubo un dúo, ahora se había formado una trinidad. Los tres hombres estaban juntos en el mismo lugar donde antes habían unido sus fuerzas para derrotar a una bestia imponente. Ahora que la criatura yacía vencida, sus mentes estaban ocupadas pensando en cuál sería la próxima jugada. Arcano, con su mirada fija en la Crónica Infinita, revisaba el texto en busca de su siguiente destino, mientras Warren limpiaba meticulosamente su arma.
Andrew, por su parte, se comunicaba con su cuartel.
—Necesito tomar unos días —dijo Andrew con un tono algo cansado, mientras mantenía el auricular cerca—. Es una cuestión familiar urgente.
El capitán Johan, al otro lado de la línea, aceptó sin dudar.
—Tómate el tiempo que necesites. Sé que has pasado por mucho. Aquí todo parece estar en calma por ahora —respondió con comprensión.
Andrew cortó la comunicación y observó a sus compañeros. Notó cómo Arcano seguía absorto en su libro y Warren concentrado en su arma. Los ojos de Andrew se detuvieron en la pistola.
—Vaya, ese modelo... es una pieza antigua. ¿Te habrá costado mucho conseguirla? —comentó, rompiendo el silencio.
Warren soltó una breve risa antes de responder.
—Solo un pequeño viaje al purgatorio.
Andrew soltó una carcajada, pero el tono serio de Warren le hizo fruncir el ceño.
—Hablo en serio. Fue un regalo de Billy the Kid —añadió Warren con un aire de gravedad.
—¿De Billy the Kid? —Andrew levantó una ceja, incrédulo—. Acabamos de luchar contra una bestia espacial, pero ¿quieres que crea que esa pistola vino del purgatorio, de manos de Billy the Kid?
Warren sonrió antes de desaparecer ante los ojos de Andrew. Este se levantó de golpe, desconcertado.
—¿Warren? ¿Dónde demonios estás? —preguntó mientras sus ojos barrían el entorno. De repente, sintió una mano en su espalda. Se giró rápidamente, pero no había nadie. Sin embargo, la sensación de pequeñas presiones recorriendo su cuerpo persistía, como si una colonia de hormigas lo estuviera invadiendo. Empezó a ponerse nervioso hasta que algo jaló su cabello con fuerza.
De su lado izquierdo, Warren apareció de la nada, provocando un sobresalto en Andrew.
—¿Cómo... cómo haces eso? —preguntó Andrew con los ojos bien abiertos. Warren solo se encogió de hombros y sonrió.
—Aún no lo entiendes, ¿verdad? Soy más viejo de lo que piensas. Soy un fantasma.
El rostro de Andrew reflejaba una mezcla de incredulidad y desconcierto. ¿Era posible que Warren fuera un fantasma? ¿Cómo había muerto? ¿Por qué seguía en el mundo de los vivos? Las preguntas llenaban su mente, pero antes de que pudiera obtener respuestas, Arcano se acercó, interrumpiendo la conversación.
—He encontrado nuestro próximo destino —anunció con su voz profunda y calmada. Warren y Andrew asintieron en silencio.
—Andrew, ¿sigues seguro de querer seguir en esta lucha? —preguntó Arcano, con un tono más serio, como si buscara confirmar la convicción de su compañero. Andrew no dudó un segundo.
—No me quedaré de brazos cruzados sabiendo que hay algo que puedo hacer para proteger mi hogar.
Arcano asintió, satisfecho con la respuesta. Sacó una carta dorada con una inscripción brillante.—El Nexus está listo.
Con un movimiento preciso, lanzó la carta al suelo, y ante los ojos asombrados de Andrew, el barco comenzó a formarse, pieza por pieza. El Nexus, majestuoso, se materializó por completo en cuestión de segundos, elevándose en el cielo.
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DIMENSIONALES: LOS PROTECTORES DEL MULTIVERSO
Ciencia FicciónCuando el equilibrio del multiverso se tambalea y una fuerza oscura amenaza con consumir todos los mundos, un grupo de héroes se une en una épica misión para salvar la existencia misma. Esto comienza con una serie de perturbaciones cósmicas que dese...