Sabía que no tardaría en intentar entrar, pero esta vez, yo dictaba las reglas.
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Advertencia: en este capitulo se va a hablar del consumo de alcohol y drogas, no lo estoy normalizando es solo para darle picardia al capitulo, tambien va a tener escenas +18, si no te gusta este tipo de contenido , te recomiendo saltarte el capitulo o lo escrito entre 🔥🔥
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Felipe golpeó la puerta con fuerza, pero no con violencia, más bien con desesperación. Pude oír cómo su respiración seguía acelerada al otro lado, y esa pequeña distancia entre nosotros hacía que la tensión creciera aún más. El agua de la ducha corría, tibia, y mi piel se erizaba al pensar en lo que estaba por venir.
Felipe: —Laura —su voz era firme, pero rota por la impaciencia—. Abrí la puerta.
Me miré en el espejo, con una sonrisa de autosuficiencia. Me encantaba verlo así, desarmado por mi control. Me tomé mi tiempo, deslizando mis manos por mi cuerpo, sintiendo cómo mi piel aún ardía. La puerta retumbó de nuevo.
Felipe: —Si no abrís ahora... —su voz era casi una advertencia, pero llena de ese deseo que lo traicionaba—, no respondo por lo que va a pasar cuando lo haga yo.
Me reí en voz baja, disfrutando del poder que tenía sobre él. Al fin, me acerqué a la puerta, y giré el pestillo lentamente, dejando que el sonido fuera lo suficientemente fuerte para que él supiera que estaba a punto de ceder.
La puerta se abrió bruscamente, y antes de que pudiera decir algo, Felipe ya había entrado al baño, sus ojos ardiendo con una mezcla de frustración y deseo. En un movimiento rápido, me acorraló contra la pared, sus manos sujetando mis muñecas sobre mi cabeza. Su cuerpo, aún caliente y vibrante, estaba pegado al mío.
Felipe: —Te dije que no me provocaras... —susurró, su aliento caliente sobre mi cuello—. Ahora, no hay vuelta atrás.
Sentí su boca sobre la mía, esta vez con más fuerza, más hambre. Su beso era una mezcla de rabia y necesidad, y aunque por un momento pensé que volvería a perder el control, no lo iba a permitir. Tiré de mis manos, pero él las sostuvo firmemente, su cuerpo aplastando el mío contra la pared de azulejos.
Felipe: —Hoy mando yo —susurró contra mis labios, su voz grave y peligrosa.
Lo miré a los ojos, desafiándolo una vez más. Me retorcía bajo su control, sintiendo cómo la tensión volvía a encender cada centímetro de mi piel. Pero algo en su mirada me dijo que esta vez no sería tan fácil recuperar el poder.
Laura: —¿Eso crees? —respondí en voz baja, mi respiración entrecortada, pero con una sonrisa en mis labios—. Yo aún no he terminado contigo.
Lo vi tambalearse por un segundo, sorprendido por mi respuesta. Aproveché ese momento para liberar una de mis manos y, con un movimiento rápido, lo empujé hacia la ducha, el agua cayendo sobre su espalda, mojando su piel caliente.
Felipe: —Laura... —dijo entre dientes, su respiración pesada mientras me miraba con esa mezcla de deseo y rendición que tanto me encantaba.
Esta vez, fue él quien no pudo más. Sin decir nada, me tomó por la cintura y me giró, haciéndome caer bajo el chorro de agua junto a él, nuestros cuerpos húmedos y resbaladizos, entrelazados en esa tormenta de deseo que parecía no tener fin.