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Arok había vivido muchas vidas desde aquel trágico incendio en la casa de las flores

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Arok había vivido muchas vidas desde aquel trágico incendio en la casa de las flores. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la memoria de su existencia anterior se había desvanecido, pero a veces, en lo más profundo de su ser, sentía que algo de aquella vida pasada permanecía, como una sombra que nunca se desvanecía completamente.

En sus sueños, Arok a menudo se encontraba en un lugar cálido y brillante, rodeado de luz suave y colores vibrantes. Allí, un alfa desconocido lo trataba con un amor y una dulzura que le era familiar. Este alfa era gentil y atento, y cada gesto, cada palabra, estaba cargado de un amor profundo que resonaba en el corazón de Arok. Era un amor que sentía tan genuino que, aunque no podía recordar sus detalles con claridad, sabía que era algo que había deseado toda su vida.

Sin embargo, aunque el alfa estaba siempre cerca y le ofrecía consuelo y cariño, Arok no podía ver su rostro claramente. Cada vez que intentaba enfocar su visión, todo se volvía borroso y nebuloso. La imagen del alfa se desvanecía entre nubes de incertidumbre y vaguedad, como si el destino mismo estuviera jugando con él.

A veces, en medio de estos sueños, el dolor se hacía presente. No era un dolor físico, sino una sensación profunda y desgarradora, como si las llamas del pasado volvieran a consumirlo. Sentía que el calor abrazador de un incendio le quemaba la piel y que estaba siendo arrastrado a un lugar oscuro. Estos momentos de agonía eran intensos y aterradores, y Arok sentía que estaba muriendo una y otra vez, mientras el alfa continuaba a su lado, dándole apoyo y consuelo en medio del tormento.

Arok se despertaba con el corazón acelerado, empapado en sudor frío, y con una sensación persistente de pérdida y anhelo. Las imágenes del alfa y del dolor lo perseguían durante el día, dejando una huella en su alma. Trataba de recordar las facciones del alfa, pero siempre se le escapaban, dejándolo con un vacío persistente.

Durante su vida actual, Arok había experimentado amor, amistad y felicidad, pero nunca había podido sacudirse la sensación de que había algo más grande, algo que le esperaba en algún lugar. Las visiones recurrentes y las sensaciones de dolor le daban una pista de que su alma había pasado por un sufrimiento intenso y que estaba buscando algo que no podía recordar del todo.

Siendo padres -BL (Omegaverse) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora