El reloj me dijo que lo esperara, que la hora que yo deseaba él marcaba. Pero no me dijo cuánto tiempo tenía que esperar; lo supuse y lo calculé con matemáticas. La sorpresa que me llevo por delante fue la de darme cuenta de que, por más que esperara, nada pasaba. El momento que esperé llegó; ese número que yo deseaba lo marcó el reloj, pero seguía igual. Su manecilla se movió, pero nada pasó. Le pregunté si estaba roto y no respondió. Siguió marcando y demostrándome que pasaba el tiempo sin que mi deseo de que se detuviera a esperar un momento lo hiciera parar. Ya no le pregunté, sino que me pregunté si eso que esperaba iba a llegar, Pero Tampoco me conteste, pues la respuesta a esa pregunta no la se. Así que Decidí dejar ir esa ilusión, comprendiendo que a veces el tiempo no se detiene por nuestros deseos. Aprendí que la espera puede ser un maestro, y que, aunque el reloj siga marcando, hay momentos que debemos vivir sin ataduras. Solté mis expectativas y abracé la incertidumbre, permitiendo que el tiempo siguiera su curso, mientras yo avanzaba hacia lo desconocido con una nueva perspectiva. Entendí que no debía vivir a la espera de algo, si no que debía construir ese algo. Me di cuenta que el tiempo no iba a parar a petición mía, sino que yo debía seguir a petición suya
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Lágrimas inolvidables
Poetry"Un amor no correspondido expresado en palabras llenas de sentimientos, donde se expresan vivencias y tristezas jamás dichas, pero sí escritas."