5. a las afueras de la ciudad

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En su despacho, Juanjo repasaba por millonésima vez las grabaciones de las cámaras de seguridad del lugar donde habían encontrado los coches. Fue el último sitio donde se había visto a Laura por última vez, o eso creían.  Había una imagen borrosa que, por su descripción, parecía que era Laura. Estaba corriendo y miraba a todos lados, como si estuviera siendo perseguida. Se ve que un  minuto después de que pasara ella, aparece otro coche; un Kia gris. Sin matrícula visible por las cámaras.

El equipo de Juanjo formado por Alex, Lucas y Martina había hecho caso a las órdenes que habían recibido por parte de Bona. Acababan de venir de inspeccionar el lugar donde los coches habían aparecido. Un lugar poco frecuentado, perfecto para pasar desapercibido. Habían encontrado en el Mercedes Benz el móvil de Laura y una gorra que, a simple vista, no parecía pertenecer a la joven.

Entró el comisario en el despacho de Juanjo sin llamar a la puerta, sentándose en la silla y quedando cara a cara con él.

—¿Dónde fue el último repetidor al que se conectó Laura? —preguntó Juanjo mientras ojeaba los informes.

—Lo trae ahora tu equipo, lo están revisando.

—Bien —dijo Juanjo levantándose—. Voy a hablar con Martin

—¿Para qué?

—Es informático, quizá pueda conseguir descifrar la localización del móvil que mandó la grabación.

—Bona, tienes un equipo que ya se encarga de eso. No involucres a un sospechoso

—Míralos —dijo Juanjo levantando un poco la persiana de su despacho—. Si están hablando entre ellos y no están trabajando. 

—Ni se te ocurra involucrarle —ordenó—. Sigue detenido hasta que yo decida que es libre.

—Estás siendo un egoísta —protestó Juanjo con desesperación.

—Juanjo, ¿qué cojones te pasa? ¿Estás intentando liberar a alguien que no tenemos pruebas que digan que es inocente?

—Sanz, hemos visto una puta grabación—dijo Juanjo subiendo el tono—. En ella se escucha perfectamente que quieren incriminar a Martin —alzó la voz.

—No hay pruebas suficientes.

—No hay las que a ti te interesa —replicó Juanjo.

Juanjo se llevó las manos a la cabeza, en un intento de calmarse. La presión de las últimas horas era insostenible. Tanto el comisario como él sabían que Martin no era culpable, pero parecía que sólo Juanjo se daba cuenta de ello.

—Necesito aire —anunció antes de dirigirse a la puerta

Justo un instante antes de salir por la puerta, el teléfono del comisario sonó provocando que Juanjo se detuviera en seco, Sanz contestó la llamada y le hizo un gesto de que permaneciera quieto. Cuando colgó, le ordenó quedarse en el despacho porque acababan de encontrar una nueva información.

—Quédate aquí, Juanjo. Acaban de encontrar nueva información —dijo Sanz—. Era Lucas, tiene algo que deberíamos ver.

Justo el susodicho apareció por la puerta, entregándoles unos papeles.

Juanjo casi le arrancó los papeles de la mano y leyó por encima. “Tráfico de personas” “Órganos”...

—No puede ser —murmuró el comisario.

—Es la declaración de que Mario tiene contactos en una red de tráfico de personas —explicó Lucas—. Y Laura como periodista investigadora podría estar detrás de todo esto. Un juego de venganza o de poder.

Bona y Sanz se miraron, las piezas encajaban. Al menos por ahora. Mario estaba más involucrado de lo que querían admitir. ¿La había secuestrado por todo lo que sabía?

—Hay que liberar a Martin —ordenó, por fin, el comisario.

—Eso lo decido yo, Sanz —le reprochó Juanjo—. Ya lo dije antes y ni puto caso me hiciste.

[...]

—Ve a tu casa, te duchas y vuelves a comisaría —ordenó Juanjo cuando entró en la sala de interrogatorios—. Te voy a poner seguridad, Álvaro te acompañará.

Martin lo miró confundido, sin entender lo que ocurría.

—¿Juanjo, de qué hablas?

—Eres inocente, al menos, de momento —dijo sonriente—. No sirve de nada retenerte cuando tenemos pruebas de que no has sido tú.

—¿Qué pruebas? —insistió.

—Las grabaciones de las cámaras que apuntan a tu casa y las de tú vecina que, también, apuntan a tu casa —explicó Juanjo—. Además, necesito que trabajes en mi equipo. Tu experiencia como informático es y puede ser crucial.

Martin no sonrió, se quedó quieto y callado y asintió. Esperó impaciente a que le quitaron las esposas y se levantó. Cuando pasó al lado de Juanjo le miró fijamente a los ojos, a modo de paz. Un momento en el que ambos, a pesar de las circunstancias, sintieron algo dentro de ellos. Una conexión extraña y llena de incertidumbres.

—Qué frío hace —protestó Juanjo frotándose los brazos cuando Marrin y Álvaro acababan de salir de la sala de interrogatorios, y la puerta estaba a punto de cerrarse. No fue el clima lo que le hizo temblar. La realidad fue que ese contacto visual con el sospechoso hizo que sintiera un fuerte escalofrío por su cuerpo.

Juanjo cerró los ojos por un momento, intentando calmar el torbellino de emociones que sentía. Había sentido una tensión palpable en el ambiente y el último contacto visual había sido… Había sido para él… Sabía que no podía dejarse llevar por sus emociones.

Al regresar a su despacho, el ambiente estaba cargado de estrés. La noticia de la red de tráfico de personas en la que Mario parecía estar involucrado indirectamente había cambiado todo el rumbo de la investigación. Juanjo analizó los papeles que Lucas le acababa de entregar.

—Inspector Bona —la voz de Martina interrumpió sus pensamientos—. Hemos localizado el Kia gris. Está a nombre de Rodrigo Acosta y… ¿adivina qué?

Juanjo alzó una ceja esperando la respuesta.

—Es un conocido de Mario. Tiene antecedentes por extorsión y tráfico de drogas.

—Perfecto —dijo Juanjo levantándose—. Necesito que lo vigilen de cerca.

Martina asintió y salió rápidamente a preparar el operativo. Juanjo miró su reloj, Martin estaría a nada de volver de su casa.

entre la espada y la paredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora