7. Laura

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A la mañana siguiente, el ambiente en la comisaría estaba cargado de tensión, mucha más de la habitual. Juanjo estaba en el punto de mira de todos. Sabía que, si no resolvía pronto el caso, su posición como inspector y su reputación podrían verse dañadas. Pero... ¿Cómo resolvía el caso? De los dos sospechosos que tenía, uno es inocente y el otro no confesaba nada. No tenía por donde seguir.

El comisario Sanz, sentado en su despacho, observaba de nuevo todos los documentos con la información y las pistas del caso. Su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y algo más. Algo que nadie se había dado cuenta. Tenía una esencia de nerviosismo dentro de él porque algo no le cuadraba.

—Tenemos que hablar —comenzó a hablar Sanz cuando Juanjo entró por la puerta—. No puedes estar tan involucrado emocionalmente.

—¿A qué te refieres?

Juanjo dudó por un momento, esperando a que Sanz continuara para poder rebatir lo que le dijera en cualquier momento.

—Martin.

—¿Qué le pasa?

—He visto vuestras miradas.

—No sé de qué cojones me hablas, Sanz —alzó la voz—. Estoy intentando resolver el caso con la máxima profesionalidad que puedo, y eres tú quien va dejando libre al único sospechoso que tenemos.

—Martin era otro sospechoso.

—Ambos sabemos que era inocente —defendió—. Otra cosa es que tú no quieras verlo.

—¿Ves? A esto me refiero —señaló a Martin con el dedo mientras este estaba fuera del despacho con un café en mano de la máquina—. Le proteges demasiado.

—Repito, Martin es inocente. Todas las pruebas apuntan a Mario y a una red mucho más grande de lo que imaginábamos. Red la cual hace meses decidiste dejar de investigar sin ningún motivo aparente —recalcó.

—Juanjo, no te lo tomes todo tan personal. Eres un inspector increíble, pero todo el mundo -hasta tu equipo- está cuestionando tu profesionalidad.

Juanjo sintió un nudo en el estómago. No solo se trataba de Martin o del caso, se trataba de él y de su trabajo.

—¿Y qué me quieres decir con esto?

Sanz se levantó de la silla y se acercó a la cristalera.

—Quiero decir que esto no puede seguir así. Querías liberarle antes de tiempo, querías hacer cosas que no entraban dentro del protocolo. Hasta has ignorado órdenes.

—Tener compasión no es ser un incompetente que no sepa hacer su trabajo —alzó Juanjo la voz—. Si hay algo que no puedo permitir es que me mientan. Sanz no se quien cojones será, puede que seas tú o no, pero aquí hay alguien más involucrado en la desaparición.

—¿De qué cojones hablas?

—Mario no es el único culpable aquí. Creo que hay alguien que está dirigiendo todo esto desde las sombras y lo peor de todo, creo que está dentro de esta comisaría. Así que déjate de gilipolleces de si estoy emocionalmente involucrado con él o no —protestó Juanjo—. Lo que tenemos que hacer es dejar de contar todo lo que sabemos a todo el mundo. A partir de ahora tiene que ser confidencial este caso.

El rostro del comisario se mostró nervioso, un gesto que rápidamente intentó ocultar, pero Juanjo fue más rápido y se dio cuenta de ello.

—Deja de imaginarte cosas que no son, Bona. O resuelves pronto este caso o habrá consecuencias —advirtió Sanz—. Cógete el día libre y descansa, lo necesitas.

[...]

+ Juanjo sabe que hay alguien más dentro de este caso, y que está dentro de la comisaría.

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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entre la espada y la paredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora