4. inhibidores, gritos y grabaciones

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-El coche de Laura tiene huellas de Mario y, obviamente, de ella -respondió al fin el comisario.

-Todo indica que Martin decía la verdad -replicó Juanjo sintiendo una sensación de alivio.

Sanz le miró con seriedad.

-Tienes razón, las cámaras de su casa corroboran su coartada, pero de todas formas no es una prueba concluyente. Debemos seguir manteniéndolo como sospechoso -dijo el comisario.

-Entiendo que Martin tenga que seguir siendo investigado, pero sigue habiendo algo que no cuadra.

-¿A qué te refieres, Juanjo? -Sanz frunció el ceño.

-Quizás le estén intentando incriminar. Mario hizo como que no le conocía, y el padre de ella se empeñó en culparlo sin pruebas. Es como si quisieran desviar la atención hacia él -explicó Juanjo intentando unir todas las piezas del rompecabezas en su mente.

-¿Y el teléfono?

-Siempre estuvo conectado al mismo repetidor. Nunca salió de su casa, ni siquiera el móvil que tiene de la empresa -respondió Juanjo.

Juanjo salió de nuevo del despacho con la cabeza llena de pensamientos, su único objetivo ahora era liberar a Martin y que pudiera colaborar en la investigación mano a mano como informático y no como sospechoso. Volvió a la sala de interrogatorios, tal y como le prometió.

-Quiero que confíes en mí -dijo nada más entrar a la sala de interrogatorio-. Quiero hacer todo lo posible por sacarte de aquí y que colabores conmigo desde el otro lado.

Martin le miró con cara esperanzadora.

-Te lo contaré todo, inspector. Pero por favor, sácame de aquí cuanto antes -suplicó.

Juanjo sintió como su corazón se rompía en mil pedazos, muchos casos a sus espaldas, pero nadie le había pedido de esa forma la libertad. Sabía que no podía prometerle a Martin la libertad sin que nada ni nadie le cubriera.

-Dime qué ropa llevaba.

-Su gorra junto con un vestido y unas New Balance.

Mientras salía de la sala de interrogatorios, Juanjo no pudo evitar sentir una mezcla de culpa y responsabilidad. Quería proteger a Martin, asegurarse que no sufriera más de la cuenta. Pero también sabía que los sentimientos que estaba empezando a desarrollar por él no podían entorpecer la investigación.

En su despacho, Juanjo comenzó a diseñar un nuevo plan. Si quería la libertad de Martin, necesitaba encontrar pruebas que lo exculparan por completo. En ese preciso instante, se dio cuenta que estaba comenzando a cruzar una línea peligrosa. Había algo de él que le atraía, algo que no sabía explicar y no quería ignorar. Y si eso significaba arriesgarse, estaba dispuesto a hacerlo.

[...]

- ¡Sacadme de aquí! - gritó Laura.

+ No grites, que molestas.

- ¿Qué coño queréis de mí? -sollozaba con el corazón acelerado.

+ ¿Realmente? De ti nada -respondió un hombre encapuchado-. Queremos hacer sufrir a Martin.

Laura se quedó paralizada, sintiendo el miedo. No entendían por qué querían hacer daño a su primo. No era un simple secuestro. Era un juego de poder y venganza.

Pero Laura consciente de que tenía que actuar rápido, recordó el móvil escondido antes de ser secuestrada. Con las manos temblorosas, mandó la conversación a su primo, esperando que pudiera salvarlo. Afortunadamente o desgraciadamente, al enviar el vídeo el móvil se apagó.

entre la espada y la paredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora