Desde esa noche todo parecía mejorar, Alastor veía que Lucifer hacía su mejor esfuerzo para cambiar y ser alguien mejor para él. Sin embargo las cosas darían un giro inesperado cuando Alastor iba directo a la habitación principal y al detenerse frente a la puerta se escucharán gemidos provenientes de dentro de aquel cuarto.
Alastor se detuvo en seco, su cuerpo se tensó al escuchar los gemidos que provenían del interior de la habitación. Su corazón, que hace unos instantes latía con calma, ahora lo hacía con fuerza, cada pulsación retumbando en sus oídos. Algo dentro de él le decía que no debía entrar, que debía darse la vuelta y fingir que no había escuchado nada. Pero la curiosidad y una creciente sensación de traición lo empujaron a abrir la puerta lentamente, casi temiendo lo que encontraría al otro lado.
Cuando la puerta finalmente se abrió lo suficiente, Alastor se quedó paralizado ante la escena frente a él. Allí estaba Lucifer, con su postura dominante, inclinado sobre una rubia, que gemía bajo su toque. La imagen de Lucifer, el hombre que había prometido que solo sería suyo, se desplomaba ante sus ojos.
La respiración de Alastor se aceleró, sus manos temblaron mientras el peso de la traición lo aplastaba. Todo lo que habían construido, todas las promesas y momentos íntimos que compartieron, se derrumbaban en un instante. Un fuego de rabia comenzó a arder en su pecho, mezclándose con un dolor profundo que lo debilitaba.
Lucifer no se había percatado de su presencia aún, estaba demasiado inmerso en lo que hacía. Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Alastor a través del espejo en la habitación, el aire pareció congelarse. La sonrisa arrogante de Lucifer se desvaneció al instante, reemplazada por una expresión de sorpresa.
— Alastor...
Murmuró, soltando a la rubia de inmediato y poniéndose de pie, pero ya era demasiado tarde.
Alastor dio un paso atrás, su mirada cargada de dolor y furia. No necesitaba explicaciones. Todo lo que había temido, todo lo que había enterrado dentro de sí mismo, estaba frente a sus ojos. Lucifer no había cambiado, solo había jugado con él... Otra vez.
— Lucifer...¿Por qué? ¿Por qué estás haciéndome esto?
Lucifer rápidamente se puso una bata blanca que yacía sobre un perchero mientras que la rubia se cubría el cuerpo con la sábana. El demonio de piel blanca rápidamente se acercó a Alastor.
— Escucha, Alastor déjame explicarte esto, yo-...
El no pudo terminar su frase cuando el pelirrojo lo interrumpió.
— ¿Por qué estás con ella? Me dijiste que ya no la amabas y que la habías olvidado...
— Y así fue, escucha... Ella vino aquí... Hablamos por un momento y yo, yo me dejé llevar, fue solamente un momento de tentación no es nada significativo.
Alastor lo miró con los ojos llenos de furia, su cuerpo temblando por la mezcla de emociones que lo consumían. Había confiado en él, se había dejado llevar por las promesas de cambio, y ahora todo parecía una cruel burla.
— ¿Un momento de tentación? ¿Eso es todo lo que soy para ti? ¿Alguien a quien puedes reemplazar en un segundo si aparece otra persona?
Lucifer dio un paso hacia él, levantando las manos en un gesto suplicante, pero Alastor retrocedió, evitando cualquier contacto.
— No es así, Alastor. Sabes lo que significas para mí. Esto no cambia nada, tú sigues siendo el único...
— ¡No me mientas! —gritó Alastor, con los ojos brillando de rabia y dolor—. Me prometiste que yo era lo único que importaba, que no habría nadie más. Y ahora... me dices que esto no cambia nada.
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•El Arte del Engaño•
RandomUna cruda realidad para Alastor, el cual a pesar de estar en el infierno no se siente como en tal, más bien lo que siente como el infierno es su relación con Lucifer Morningstar. Advertencia ⚠️ - En esta historia no existe Charlie. - Mpreg: Alastor...