Capitulo 8

82 12 1
                                    

ALASTOR

Iba de camino hacia el barrio caníbal, iba a visitar a una vieja amiga mía la cual no había visto desde el día en que me comprometí con Lucifer.

Después de rogarle a él que me dejara salir a visitar a Rosie, accedió, de mala gana pero accedió.

Caminaba por las calles del barrio caníbal con pasos apresurados, el viento frío que azotaba mi rostro no hacía más que recordarme lo que había dejado atrás en el palacio de Lucifer. Aunque mi cuerpo todavía se sentía cálido por el abrazo que había compartido con él antes de mi partida y mi mente seguía siendo un campo de batalla.

Cuando llegué a la puerta de la cafetería de Rosie, una ligera sensación de alivio se asentó en mi pecho. El olor familiar del café y las galletas caseras me envolvió al cruzar la entrada, y por un momento, me sentí lejos de Lucifer.

Rosie, con su gran sonrisa me recibió con los brazos abiertos.

— ¡Alastor, querido! ¡Cuánto tiempo ha pasado!.

Correspondí el abrazo con una sonrisa débil.

— Rosie... Me da mucho gusto verte nuevamente — respondí con algo de vulnerabilidad.

Rosie me miró con sus ojos astutos, reconociendo de inmediato que algo no estaba bien. Ella me sirvió una taza de café rápidamente sin hacer preguntas, permitiéndome tomar un momento para organizar mis pensamientos.

— Cuéntame, cariño. ¿Qué es lo que te tiene tan afligido?

— ¿Afligido?— Repetí, sabiendo a lo que se refería.

— Te conozco Alastor,se que algo no va bien... Cuéntame.

— No es nada Rosie, solamente tenía ganas de verte... Hace mucho no lo hacía.

Rosie levantó una ceja, claramente no convencida por mis palabras. Siempre había sido capaz de ver a través de mí, incluso cuando intentaba poner una fachada. Su mirada firme pero cálida me recordó por qué había venido aquí. Ella era una de las pocas personas en mi vida con las que podía ser completamente honesto.

— ¿De verdad crees que puedes engañarme, querido? Conozco esa mirada. No has venido solo por una charla amistosa.

Sus palabras perforaron la barrera que había intentado construir. Sentí una punzada en el pecho al recordar la escena que había presenciado con Lucifer y Lilith. Cerré los ojos por un momento, tomando aire, como si eso pudiera calmar el torbellino de emociones dentro de mí.

— Es Lucifer... —dije finalmente, casi en un susurro.

Rosie entrecerró los ojos y me estudió detenidamente. Sabía que ella tenía una opinión firme sobre mi relación con él, y parte de mí temía su respuesta, pero al mismo tiempo necesitaba escuchar lo que ella tenía que decir.

— ¿Qué hizo esta vez? —preguntó con calma, aunque sus ojos mostraban una preocupación genuina.

Bajé la mirada hacia mi taza de café, viendo el líquido oscilar ligeramente mientras mis dedos temblaban al sostenerla. Tomé un sorbo, tratando de reunir el valor para hablar.

— Lo vi... con otra. —Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerme. Era la primera vez que lo decía en voz alta, y de inmediato sentí una ola de dolor recorrerme—. Me prometió que cambiaría, que yo era lo único que le importaba. Pero cuando lo vi... con ella... —mi voz se quebró ligeramente, y me detuve, sintiendo que las emociones volvían a inundarme.

Rosie permaneció en silencio, permitiéndome continuar a mi propio ritmo. No necesitaba presionarme; ella sabía que las palabras saldrían por sí solas.

•El Arte del Engaño•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora