Capitulo 6

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Los primeros dos meses fueron buenos para Alastor, todo parecía haber cambiado, Lucifer era detallista con el, cariñoso y cada que había un conflicto en vez de enojarse y estallar como siempre, se calmaba e intentaba hablar con Alastor para arreglar las cosas, finalmente llegó un momento donde Alastor se dejó llevar por las insinuaciones de Lucifer.

Ambos estaban en su habitación, Lucifer estaba recostado en la cama mientras que Alastor estaba a su lado, acariciando su pecho y trazando líneas imaginarias con su dedo índice.

Lucifer cerró los ojos, disfrutando de las suaves caricias de Alastor, y por un momento, permitió que la sensación lo consumiera por completo. Estos momentos de paz y cercanía con Alastor eran cada vez más frecuentes, y aunque el gobernante del inframundo no estaba acostumbrado a la vulnerabilidad, comenzó a abrazar la idea de que podía permitirse ser débil solo en presencia de su amado.

— Nunca imaginé que llegaríamos a esto. Tú y yo, juntos, sin guerras, sin conspiraciones, solo... paz.

Alastor esbozó una pequeña sonrisa, sin apartar la vista de su dedo que continuaba dibujando patrones en el torso de Lucifer. La paz que mencionaba Lucifer era un espejismo frágil, y Alastor lo sabía. Sin embargo, estaba dispuesto a aferrarse a ese espejismo tanto como pudiera, para disfrutar de este efímero respiro de la tormenta que ambos sabían que podría regresar en cualquier momento.

— Es un poco extraño, ¿verdad?. Pero no lo cambiaría por nada.

Lucifer abrió los ojos, mirándolo con una mezcla de ternura y un dejo de preocupación. Sabía que bajo la superficie, las dudas y temores de Alastor no se habían desvanecido por completo.

— Yo tampoco —afirmó Lucifer, inclinándose para besar la frente de Alastor—. Si te soy honesto, jamás me importó tanto alguien como me importas tú.

Alastor levantó la vista, sus ojos encontrando los de Lucifer. La intensidad en la mirada de su amante lo hizo estremecerse, no de miedo, sino de una emoción que le costaba definir. La devoción de Lucifer era inquebrantable, y aunque parte de él se sentía atrapado, otra parte se sentía irremediablemente atraída por esa intensidad.

Alastor sonrió y se sentó encima de el en horcajadas, Lucifer sonrió y lo sostuvo de la cintura. Mientras que Alastor le acariciaba su cabello rubio.

Lucifer se aferró a el, pegando su rostro al pecho de su amado, aspirando su aroma. El aroma de Alastor, una mezcla de fragancias dulces y especiadas, envolvió a Lucifer, transportándolo a un lugar de calma que rara vez experimentaba. Sentir a Alastor tan cerca, permitiéndose esta intimidad, lo hacía sentirse más real, en un mundo donde él era conocido por ser un ser despiadado y calculador.

Lucifer comenzó a pasar sus manos por debajo de la camisa de Alastor, tocando la piel desnuda de su espalda.

Alastor soltó un suspiro, sintiendo el calor de las manos de Lucifer deslizándose por su piel. Cada caricia enviaba una corriente de electricidad por su cuerpo, intensificando la conexión que ya sentía con él. Era como si todas las dudas y temores se desvanecieran en ese momento, dejando solo el deseo de entregarse por completo.

Lucifer, por su parte, disfrutaba de la sensación de control que ejercía sobre Alastor, pero también había algo más profundo en su toque, una necesidad de demostrar que lo que sentía era real. A medida que sus manos exploraban el cuerpo de Alastor, buscaba reafirmar su lugar en su vida, como si temiera perderlo si no se aferraba con suficiente fuerza.

— Alastor, quiero que sepas que eres mío, ahora y siempre.

Alastor lo miró a los ojos, viendo la intensidad en su mirada. No había duda de que Lucifer hablaba en serio, y aunque en otro momento esas palabras podrían haberlo asustado o hecho sentir atrapado, ahora, solo le producían un escalofrío de excitación.

•El Arte del Engaño•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora