La cena más incómoda

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La cena comenzaba a las 9:00 pm. Por ser una cena exclusiva para senadores, esta vez Lilly no podía llevar un acompañante. Le hubiera gustado llevar a su esposo, para no tener que estar sola, como usualmente lo estaba. Y aunque sus compañeros del partido la toleraban, Lilly sabía que no tenía amigos ahí. La culpaban de dejar en ridículo a la bancada, pero ella no estaba dispuesta a dejar de ser como era.
Como sea, había que arreglarse para la cena, y todos los presentes la tenían que ver radiante, en su mejor momento... en especial aquel bellaco de Noroña.

Eligió un elegante vestido largo color champagne sin hombros, que acentuaba sus formas, joyería discreta, y peinó sus cabellos castaños rojizos en un moño alto. Sombreó sus grandes ojos de cervatillo para que le lucieran aún más profundos e impactantes, y pintó de rosa sus gruesos labios. Vístete para la victoria, pensó mientras disimulaba una sonrisa.
–Sigues siendo una mujer muy atractiva. –comentó su esposo mientras la miraba arreglarse.
–Gracias, cariño. –contestó Lilly sin demasiado entusiasmo. Aunque amaba a su esposo, sabía que la relación entre ellos se había enfriado lentamente. Le faltaba emoción, le faltaba sabor, le faltaba...
–Dice el chofer que ya está listo, mamá. –anunció su hijo tras la puerta de su recámara, cortando el hilo de sus pensamientos.
–Sí, mi amor. Dile que ya bajo. –le respondió Lilly, mientras se perfumaba y tomaba su abrigo. Se persignó y pidió por la bendición de la Virgen. Ahora sí estaba más que lista.

...

Noroña también se preparaba en su casa, mientras no dejaba de pensar en aquella mujer. Lilly Téllez. Tan obstinada, tan terca, tan tenaz, tan... Lilly. Desde que había sido nombrado como el nuevo presidente del Senado, ella no había desaprovechado ninguna oportunidad para dejarle en claro su descontento mediante múltiples desprecios.
Aquella mujer lo exasperaba, era verdad. Y también era verdad que él la provocaba un poco a propósito, como esa misma tarde que había dicho su nombre completo en desorden y a cambio había recibido un "BELLACO" como respuesta. Pensar en eso lo divertía un poco, y  a decir verdad, lo llenaba de expectativas para esa noche. Por supuesto eligió su colonia más penetrante, la que más imponía, la Siete Machos...

...

Al llegar al salón, Lilly respiró aliviada

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Al llegar al salón, Lilly respiró aliviada. No veía a Noroña por ningún lado, así que tras conversar con otros compañeros de bancada, tomó su lugar en la mesa, que estaba muy elegante. El asiento a su lado estaba vacío, y se alegró al pensar que quizás Noroña ni se aparecería.
De repente, escuchó esa misma voz cavernosa que la perturbaba extrañamente:

–Buenas noches, senadora. Luce radiante esta noche.

¡Era Noroña, que se estaba sentando junto a ella! No se había fijado en el esquema de disposición de lugares, que los ponía a ellos dos juntos. Lilly se levantó de golpe, e incapaz de contenerse, gritó:

–¡NI LOCA PIENSO SENTARME AL LADO DE USTED, BELLACO! PIDO QUE CAMBIEN DE LUGAR A ESTE SEÑOR.
Algunos senadores guardaron silencio ante la súbita interrupción, mientras que otros le pedían a Lilly:
–Senadora, por favor, esto no es el pleno, siéntese.
La organizadora del banquete explicó: –Señora Téllez, los lugares ya están asignados, es imposible cambiarlos. Le ruego nos disculpe.

Noroña, viendo el rumbo que tomaban las cosas, se acercó al oído de Lilly y murmuró, con una sonrisa:
–¿Qué pasa, senadora? ¿Le asusta estar cerca de mí, incluso fuera del pleno?

Lilly se quedó muda por unos instantes, y luego, con una sonrisa desafiante, lo miró a los ojos y le respondió: 
–Por supuesto que no, nada de usted me asusta y se lo voy a demostrar. Le prometí que le haría la vida de cuadritos y así será.

Caballerosamente, Noroña tomó la silla para que Lilly se sentara. Lilly protestó:
–No finja la educación que no tiene, si usted es un grosero.
Pero a pesar de su molestia, Lilly no rechazó el gesto y se sentó, lo que provocó una discreta sonrisa de Noroña.

La comida transcurrió en paz sin mayores incidentes.
Pese a su incomodidad, Lilly no podía dejar de mirar de reojo al ahora presidente del Senado. Sin duda, su investidura y su nueva autoridad le conferían otro aire, muy distinto al de aquel diputado a quien llamara "changoleón" unos años atrás.
Se veía diferente, más serio, más imponente, y ese aroma a Siete Machos le quedaba tan bien, hasta se veía como más... ¿varonil? ¡No, no, NO! Lilly sacudió su cabeza, como queriendo sacudirse el pensamiento que acababa de ocupar su mente.

–¿Todo bien, senadora? ¿No le harían mal las copas? –escuchó decir a Noroña.
–¿Es que sus burlas no tienen fin? Sabe bien que yo no bebo. –replicó Lilly. "Aunque... tomarme una copita no estaría mal", pensó.
Sin darse cuenta, Lilly terminó vaciando una copa tras otra, a medida que el evento se acercaba a su fin. Las y los senadores comenzaban a despedirse y Lilly se encontraba en estado muy inconveniente a causa del alcohol ingerido.
De repente, sintió sobre sus hombros una calidez inesperada. Alguien le colocaba su abrigo, al tiempo que le decía:
–Senadora, la llevo a su casa.

¿¡Otra vez, Noroña!? Pese a su estado, Lilly reaccionó de inmediato y contestó, molesta:
–¡No es necesario! Mi chofer me espera afuera.
–Ya le avisé a su chofer que yo personalmente la llevaré a su casa. En su estado no puedo dejar que se vaya sola, quiero asegurarme de que llegue con bien a su hogar. Al fin y al cabo, usted es una dama y una senadora y mi deber es velar por todos los senadores, como usted bien dijo. –respondió Noroña.

Ante aquella respuesta, Lilly no pudo protestar más. El hombre la tomó del brazo y se dejó guiar por él hacia la salida, sintiendo una desconocida sensación en el estómago, que le recorría las piernas...

Mi Bellaco Amante (Noroña x Lilly Téllez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora