Y me di cuenta que nunca había sido Cinco, Cinco fue mi primer amor, pero Diego era el amor de mi vida, el amor para mi vida, no podía seguir negándolo, amo a Diego Hargreeves más de lo que me amo a mí misma y siempre fue él.
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Llegamos a una especie de bar donde esperemos que ahí se encuentre Luther y para nuestra suerte ahí estaba, sentado solo y tomando un trago, siento lástima por mis hermanos, van de mal en peor... Nos acercamos para hablar con él pero Diego nos dijo que quería hablar con Luther a sola, así que Cinco, Klaus y yo nos sentamos en otra mesa.
— Lilith... — dijo Cinco antes de que yo lo interrumpiera.
— Aún no lo sé, Cinco — dije en un tono enojada, estaba cansada de esto, de todas formas ya sabía que tenía que hacer y era confesarme a Diego, otra vez...
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2006
No sé porqué pero últimamente me he sentido muy atraída a Diego, desde que Cinco desapareció él ha estado muy al pendiente de mí... Ya hace mucho tiempo que Cinco no está y Papá dice que tenemos que aceptar que no va a volver, pero quiero pensar que él sigue allá afuera, vivo en alguna parte...
— Hoy te ves más linda de lo normal — dijo Diego asomándose por el marco de la puerta de mi habitación mientras yo me cepillaba el cabello.
— Muchas gracias, tú también te ves más atractivo de lo normal — dije coqueteándole...
— Sabes que no tienes necesidad de coquetearme, solo tienes que usar tu poder y ya — me dijo Diego y sinceramente no me gustaba mucho ese poder.
— Sabes que no lo haría contigo, Diego — le dije mientras me levantaba de mi tocador para ir a entrenar...
— ¿Qué dices si hoy nos saltamos el entrenamiento? — dijo Diego mientras me tomaba del brazo y se acercaba mucho a mi cara...
— ¿Qué tienes planeado? — dije con una cara más coqueta de lo normal.
— ¿Quieres tener una cita conmigo? — me preguntó y no voy a negar que la pregunta me tomó por sorpresa.
— ¿Una cita? — dije algo nerviosa, no había pensando en citas desde que, bueno, Cinco desapareció.
— Solo dame la oportunidad, si no te gusta no habrá más citas, lo prometo — dijo Diego levantando la mano derecha en señal de juramento.
— Está bien, vamos — dije.
Parece que Diego llevaba días planeando esto ya que tenía una mochila lista para nuestra escapada, con cuidado salimos por la puerta sin que nadie se diera cuenta, gracias a Dios que Papá no estaba en la ciudad y estábamos a cargo de Pogo.
— ¿Ya me dirás a dónde vamos? — dije cansada de tanto caminar, hace varias calles que salimos de la academia y para mí era una eternidad caminando.
— Ten paciencia, Lilith, te juro que valdrá la pena — dijo Diego mientras seguíamos caminando, hasta que por fin llegamos a una estación de buses.
