EPÍLOGO.

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Los ojos de Soo Bin destellaron frente al cristal, inspeccionando por segunda vez, asegurando que el marco de jade y la luz del lugar resaltarán de manera segura el cuadro frente a él. Los murmullos a su alrededor, llenos de orgullo, seguían escuchándose incluso después de una semana de haber colocado la pintura de Jabir en el "Salón de Memoria y Paz" en la propiedad principal de los Hasmet.

Soo Bin habría preferido tenerla en el palacete, pero en sus estudios y en la galería ya conservaba otros trabajos que guardaba celosamente para él. Esta pintura era diferente; más alegre y grande que las anteriores. El dolor de la pérdida había empezado a ser soportable y la memoria del tigre había inundado su mente de felicidad, reemplazando a la melancolía que a menudo sentía ante su recuerdo.

Los colores vibrantes que había elegido como una mezcla de dorados, verdes y azules, se entrelazaban con tonos más suaves de blanco y crema, creando un contraste que capturaba tanto la mirada como el corazón. Se había asegurado de que los detalles fueran exquisitos, donde los ojos pardos de Jabir brillaran con una intensidad que a menudo le consumía por la ternura de su mirada y que, la textura del pelaje, lograda con capas de pintura aplicadas con esmero, casi se pudieran sentir al mirarla. Las sombras y luces se fusionaban perfectamente, dando a la imagen una tridimensionalidad que la hacía sobresalir del lienzo.
La elección del marco de jade fue su mayor indecisión en el proceso, pero la elección del verde profundo terminó añadiendo el toque de elegancia que resaltaba la importancia del cuadro. Era por mucho, su obra más grande.

Para Soo Bin, esta pintura no solo era un tributo a una parte de su alma perdida, sino también una celebración de la serenidad y la belleza que Jabir había traído a su vida.

—Los detalles son colosalmente impresionantes. Para nosotras, humildes criadas suyas, siempre ha sido un deleite poder observar los trabajos de sus talentos, Haseki —murmuró Arin con algo de vergüenza detrás de él, haciendo resonar su nuevo título entre los ecos de la inmensidad del salón.

"Haseki Hürrem", ostentado por última vez por Eylem Hasmet, se había convertido en un peldaño al que aspirar para la mayoría de los omegas después de él. Omegas que formaban parte de los harems de los descendientes de Anek Hasmet y ahora antepasados de Yeon Jun. Omegas que sabía que jamás fueron felices. Incluso aquellos que compartieron su título de "Hürrem" no pudieron evitar la presencia de un harem en sus épocas de regencia. Sus retratos no estaban en el jardín memorial de aquella propiedad, y su presencia era mucho menos significativa en los corazones de los que antecedieron a Yeon Jun.

Por eso, el revuelo del anuncio de su compromiso causó un estrago fuerte en La Roja, que seguía latente entre las familias del clan. ¡Ni siquiera se había oficiado la ceremonia y ya se dirigían hacia él con antelación, usando su próximo nuevo título!

Soo Bin ni siquiera podía hablar del aumento de etiquetas y responsabilidades que ahora le correspondían. Afortunadamente, debido a su embarazo, Belma y otras omegas principales de las familias de confianza de La Roja le ayudaban con la carga. La administración de propiedades, redes de poder, descendencia familiar y fuerza suave estaban más allá de sus capacidades.

—Soo Bin.

¡Büyük Valide! —Mina, Arin y Moon pasaron su reverencia, con más profundidad y rigidez, a la nueva presencia que ahora se acercaba hacia él.

—Anne —Soo Bin se apresuró a saludar, abriendo los brazos a sus costados, anticipando la acción próxima de Belma de acercar sus manos a su estómago y acariciarlo en un toque respetuoso y breve.

—Estás a un mes de parto, no es oportuno que salgas del palacete... ¿Dónde están los guardias? —Belma volteó hacia los lados con enojo y Soo Bin supo que era mejor pacificarla antes de que un castigo cayera sobre los alfas que había mandado a retirar.

MAFIA ROJA ~ YEONBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora