CAPÍTULO DIEZ
donde digas
yo te sigo—Cumpliendo, sí, pero a la fuerza y con mala cara. —me respondió, sin perder la calma—. ¿De qué te sirve estar presente si actúas como si te estuvieran obligando? Todo el mundo lo nota, Aurora, y eso afecta cómo te ven.
Sentí cómo la rabia crecía en mi interior. Cada palabra que salía de su boca me irritaba más y más. No podía soportar que me hablara como si yo fuera una niña que no entendía las consecuencias de sus acciones.
—¿Y qué si lo notan? —le repliqué, levantando la voz sin siquiera darme cuenta—. ¡No me importa! ¿Qué prefieres, que me quede callada?
Katrina soltó un suspiro, como si estuviera tratando de ser paciente conmigo, pero esa actitud solo lograba irritarme más. Sentí como si estuviera a punto de explotar.
—No te estoy pidiendo que finjas. —dijo, esta vez más calmada. —Lo que quiero es que pienses en lo que está en juego. No puedes permitirte perder los papeles así. La gente te está mirando todo el tiempo. Entiendo que estás estresada, pero tienes que encontrar la manera de manejarlo mejor.
Solté una risa amarga, de esas que salen cuando no sabes si reír o llorar por lo ridículo que suena todo.
—Manejarlo mejor... —repeti, con sarcasmo—. Estoy haciendo lo mejor que puedo, Katrina. Estoy aquí, estoy cumpliendo con lo que se espera de mí, pero no me pidas que lo haga con una sonrisa falsa todo el tiempo.
Ella me miró con esa expresión que tanto odiaba, como si estuviera decepcionada, como si todo lo que hiciera nunca fuera suficiente.
—Sé que no eres una máquina, Aurora. Pero tienes que entender que, si sigues así, la gente va a empezar a hablar. Y no de manera positiva. Lo último que necesitas ahora es que empiecen a cuestionar tu profesionalismo. Ya tienes suficiente con lo que pasó con Richard.
—¿Y qué con Richard? —espeté, notando cómo mi corazón se aceleraba de golpe. Ya estaba empezando a enfurecerme más de lo que debería—. ¿Qué carajo tiene que ver él en esto?