Kailer (narrando)
Abro mis ojos y me encuentro acostado en el suelo cerca de la chimenea, miro mi brazo y veo que la herida de bala ha sido tratada muy bien como si un doctor la fuera curado. Me siento y me doy cuenta que todavía sigo en esa humilde casita.
De la habitación sale la señora que hace un rato me gritaba que me fuera de su casa, ahora viene hacia mí con una cobija y una almohada.
-Toma - me extiende la mano con preocupación para darme la cobija y la almohada - Te podrás quedar está noche aquí, pero en cuanto amanezca quiero que te vayas de mi casa, entendido - asiento con la cabeza mientras ella me mira de reojo.
Quería preguntarle porque me había dicho todas esas cosas, pero no tenía fuerzas para hacerlo, la perdida de sangre me había dejado muy débil y solo quería en ese momento era dormir y descansar.
Cierro mis ojos ya pesados del sueño y cubro mi cuerpo con la cobija, de verdad que estaba haciendo un frío horrible.
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El canto de las aves me hace despertar temprano, me levanto y miro por la ventana que apenas está amaneciendo, toda seguía la oscuridad y la niebla de la noche, voy hacia la cocina en busca de un poco de agua cuando escucho unos pasos detrás de mí.
-Veo que ya estás mejor, ya te puedes ir - dice la mujer saliendo de su habitación con su bata de dormir aún puesta.
-Tranquila señora, ya me voy, muchas gracias por ayudarme - me volteo para ir a la puerta y salir de ese lugar cuando la escucho nuevamente hablar.
-No sé cómo hizo tu tía para lograr que sobreviviera después de haber matado a tu madre - frunzo mi ceño al escucharla otra vez acusarme de algo que no hice.
-Señora, creo que me está confundiendo con alguien más, yo no la conozco y es la primera vez que estoy en este lugar....
-No estoy confundida, se muy bien lo que estoy hablando, jamás en mi vida se me iba a olvidar esos ojos color ámbar que me miraron unos segundos después de nacer - me interrumpe mientras me mira fijamente.
-¿Qué? Señora con todo el respeto, pero usted le hace falta salir de este lugar, este bosque la está enloqueciendo.
-No estoy loca, tu eres ese niño que ayude a nacer, esas dos mujeres que vinieron a mi casa esa noche era tu madre y tu tía, ese horrible día jamás se me ha borrado de mi mente.
-No entiendo lo que me dice y tampoco tengo tiempo para escuchar sus locuras, será mejor que me vaya y ayude a mis amigos.
- Sí, mejor vete, pero recuerda que llevas contigo una maldición que te pesará toda la vida y nunca podrás escapar de ella aunque quieras.
Al ver que esa mujer seguía diciendo todas esas locuras decido mejor irme, salgo de la casa y tomo la misma ruta por dónde entre, tenía que salir del bosque para ir ayudar a mis amigos, lo más seguro era que Dalton y su hermano los estaban amedrentando para que hicieran lo que ellos quisieran.
Voy caminando lo más rápido que puedo entre el espeso bosque, las aves revoloteaban de los arboles al escuchar mis pasos acercarse en medio de la oscuridad, no sé si era mis nervios pero sentía que me observaban desde los altos árboles.
Mientras más caminaba más seguía sintiendo esas miradas sobre mí, todavía en mi mente rondaba las palabras de esa señora haciéndome sentir más nervioso, no estaba seguro si lo que decía era para mí o simplemente me confundió con alguien más.
Sigo caminando algo aturdido y desconcertado, de pronto a unos cuantos pasos comienza a moverse unos árboles como si alguien viniera brincado por ellos hacia donde yo estaba.
Enseguida se comenzó a escucharse un alboroto en todo el bosque, los animales que estaban cerca huían aterrorizado de aquello que se acercaba saltando por los árboles.
Por mi lado pasaban todo tipo de animales que corrían con miedo a esconderse, trato de hacer lo mismo que aquellos animalitos y me muevo para también tratar de esconderme, pero me fue inútil.
El sol apenas estaba saliendo, todavía la oscuridad estaba dominando el espeso bosque, corro tratando de buscar un sitio para esconderme cuando de pronto frente a mí cae una de esas criaturas.
Caigo sentado al suelo de la impresión que sentí al tener a ese salvaje delante, al instante llegan tres más y se colocan detrás del primero que apareció.
Sentía mi corazón latir fuerte, mi cuerpo temblaba y mi mente había quedado totalmente en blanco, tener a esas criaturas tan cerca podía detallarlos bien, esos animales eran parecidos a un hombre, aunque tenían cubierto de pelo corto su cuerpo entero, sus rostros eran parecidos a los de los humanos, pero con fracciones de algún animal que todavía no se había visto en el mundo, era como ver a un mono y a la vez un lobo.
Los cuatro me veían fijamente mientras yo solo me quedé paralizado del miedo, más grande fue mi temor al ver que uno de ellos cargaba en su cuello muchos collares hechos de huesos y se acercaba a mí.
Me levantó por mi cuello con tanta facilidad acercándome a su rostro, sus ojos eran parecidos a los míos, aunque los míos eran más claros. Me veía fijamente con una expresión intrigante, de pronto su rostro cambio a ira soltándome, caigo al suelo y enseguida trato de respirar ota vez.
-Es él, este hombre es el hijo de Akeler .
Levanto mi mirada confundió y sorprendido al poder entender lo que aquel salvaje decía.
Era extraño lo que estaba pasando, pero lo cierto es que pude entender lo que había hablado y no se cómo lo hice solamente lo pude entender.
— Por fin lo encontramos, señor, ahora díganos ¿Qué hacemos con él? — pregunta uno de los salvajes al otro que tenía los collares.
Él no respondió solamente me veía con desprecio, esa mirada me decía que nada bueno iba a salir de esta situación, pero lo que más me intrigaba era que me llamo hijo de Akeler ¿Quién carajos es Akeler?.
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Los Salvajes
FantasyKailer es un chico de 17 años que sufre de bullying en el colegio por su aspecto físico. Kailer tiene que ver como su vida cambia después de sufrir una intensa ira dentro de él despertando un oscuro futuro para la humanidad.