Capitulo 8

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“ Erick está perdido, de seguro lo van a matar"

Eso fue lo que pensé al verlo rodeado de esos animales hambrientos y sedientos de sangre, Erick estaba en el suelo con sus ojos bien abiertos observando a las bestias que articulaban palabras extrañas hablando en su idioma.

En ese momento sentí como si el tiempo se había detenido, miraba como esas bestias tenían rodeado a ese chico que temblaba de miedo y no podías hacer nada para ayudarlo, eran cinco bestias contra un hombre que no sabía que hacer.

De pronto uno de ellos arremete contra Erick dándole un fuerte golpe en el rostro, la sangre enseguida comenzó a correr por la cara del chico que gritaba del dolor.

Entre los gritos del chico y el gruñido de los animales parecía que veía una película de terror, de pronto en el aire de deja escuchar el ruido de aviones que se acercaban, por su sonido nos dimos cuenta que eran aviones de combate. El señor Robert me ve y hace una pequeña sonrisa de alivio, pensábamos que ya estábamos a salvo, que el ejercito habia llegado para ayudarnos, pero no fue así.

El estruendo de una bomba cayendo en medio del jardín nos sorprende, incluyendo a los monstruos que comienzan a saltar por la ventana para irse de la habitación.

Al ver que ya no había ninguna de esas cosas salimos del armario, el señor Robert agarra a Erick por el brazo para levantarlo y huir de ahí, las bombas seguían cayendo por todas partes y el ruido nos dejaba con un fuerte zumbido en los oídos.

Corremos hasta llegar a la habitación donde está Melissa y Gabriel, apenas entramos una de las bombas cae muy cerca de la casa donde estábamos, el impacto hace que todos cayéramos al suelo, me levanto aturdido y mareado mientras trato de ver si todos están bien.

Afortunadamente todos nos encontrábamos vivos, nos pusimos de pie rapidamente para irnos, el señor Robert agarra nuevamente a su hijo lo sube a su espalda y salimos de esa casa. Afuera era un total desastre los aviones del ejército volaban muy bajo bombardeando esa parte del pueblo.

Corríamos desesperados tratando de no ser alcanzado por las fuertes explosiones, las bestias corrían tratando de huir hacia el bosque, ya ni les importaba nuestra presencia.

Nos detenemos en una esquina ya retirados de donde estaba sucediendo el ataque del ejército, ya mis pies no daban para más, estábamos agotados y más el señor Robert que cargaba con el peso de su hijo.

—¿Dónde está Dalton?, ¿Dónde está? — gritaba Erick buscándolo con la mirada.

—El muy idiota huyó — le respondo con desprecio.

—No llames idiota a mi hermano o te mataré — gruñe Erick mientras me sujeta del cuello de mi sudadera.

—Tu hermano es un grandísimo idiota, acaso no viste como sacrificó a tu hermana para salvarse él.

Erick me suelta alejándose unos pasos de mí, cubre su cara con sus manos comenzando a llorar con mucha angustia. Siempre pensé que estos chicos eran muy fuertes y malvados, pero ahora que los vemos bien son simplemente unos cobardes.

—Basta ya de estupideces, sigamos caminado, mi hijo necesita que lo atienda — reclama el señor Robert molesto.

Seguimos caminado bajo el imponente sol del medio día, éramos las únicas personas que caminamos por esas desoladas y ahora humeantes calles tras el bombardeo. 

Ya exhaustos y adoloridos llegamos a la casa de Gabriel, al tocar la puerta nos sorprendió que la señora Carol no abriera enseguida, comencé a tocar más duro la puerta mientras gritaba su nombre, ya me comenzaba a sentir preocupado cuando veo la puerta abrirse, lo más extraños era que la señora Carol tenia una expresión en su rostro de nervio, sus ojos estaban  húmedos como si había estado llorando.

— ¿Qué sucede señora Carol?, déjenos pasar, Gabriel viene muy mal herido — susurro cerca de ella al notarla nerviosa.

— ¡Gabriel! — Grita angustiada apartándose de la puerta para ir a ver a su hijo.

Lo que vi al abrirse la puerta me descontrolo por completo, el maldito de Dalton tenía a Benjamín y a mi hermanita Eli agarrados apuntándolos con un arma en la cabeza.

— ¡Maldito desgraciado suéltalos ahora! — gruño frustrado de lo idiota que es ese tipo.

—Palidito, no me vengas a dar órdenes a mí, ahora el que manda en este lugar soy yo, ok — Dalton actuaba como siempre sin una pisca de remordimiento por los actos crueles que hacía.

Los demás entran y también se sorprenden al verlo, y el más sorprendido es su hermano que solo sale corriendo a abrazarlo, sonrío al ver lo imbéciles que son este par, son lo peor que puede existir.

El señor Robert lleva a Gabriel hasta su habitación, su esposa lo sigue envuelta en lágrimas, por lo menos ya habíamos llegado y de seguro que el señor Robert ayudaría a que su hijo sobreviviera.

—Tú ven acá, limpia mi herida, muévete — ordena Erick sentándose en el sofá.

—No soy una doctora para estar curándote — responde Melissa con desagrado.

—Has lo que dice mi hermano maldita zorra, acaso quiere que te dispare — dice Dalton apuntando con el arma a Melissa — ¡aaah! y por cierto dame tu arma Palidito ya tu no la vas a necesitar más.

Dalton se acerca a mí apuntandome y me quita el arma, se la da a su hermano y ese era el cuadro perfecto de dos descerebrados mal nacidos armados.

—Tú muévete a limpiar la herida de mi hermano y también dale algún analgésico, él está sufriendo con ese dolor.

Melissa termina haciendo lo que dice Dalton, no tenía de otra, le cura la herida a Erick y es ahí donde se da cuenta que ha perdido un ojo, Erick se vuelve como loco y su hermanito trata de calmarlo, Melissa tapa con gasas el agujero que quedó de lo que antes era su ojos izquierdo. Yo no creía en el karma hasta que ví que le llegó tan rápido a Erick, por su culpa Gabriel había perdido un brazo y él ahora perdió un ojo, tal vez el karma si existe.

— ¿De que te estás riendo? — pregunta Dalton al ver que Melissa hace una pequeña risa irónica — Te estás burlando de mi hermano maldita zorra.

— No trates a mal a Melissa, no ves que está tratando de ayudar a tu hermano — intervengo al ver que Dalton venía con furia hacia Melissa.

—Tu no te metas Palidito o te vuelo la cabeza de un solo tiro.

Al sentir como Dalton colocaba el revólver en mi cabeza para amedrentarme comencé a sentir un fuego que me quemaba en lo más profundo de mi  interior, era como si algo quería salir y explotar, ya había sentido eso antes, esa sensación se estaba volviendo incontrolable para mí.

Los insultos que vociferaba Dalton me llegaban como dardos, mi corazón comenzó a acelerarse, sudor frío corría por mi frente,  mi pecho subía y bajaba con una respiración fuerte y acelerada.

Cierro mis puños tratando de controlarme, pero no lo pude hacer, me dejó llevar de esa sensación que me estaba invadiendo, mi respiración se hizo más rápida y dejo salir un gruñido muy parecido al que hacen esas bestias, de pronto todo a mi alrededor me parece desconocido, en mis manos se dejan ver unas enormes garras que crecieron en cuestión de segundos.

Volteo a ver a ese chico que me apuntaba con un arma en la cabeza, veo en sus ojos temor y eso me gustó, en ese momento solo senti la necesidad de hacerle mucho daño hasta matarlo, sin reprimir lo que sentía le doy un fuerte golpe en la cara haciéndolo volar por en medio de la sala hasta caer hacia la cocina, vuelvo mi vista hacia los otros dos chicos y también siento la necesidad de destruirlos.

Me acerco a ellos con una enorme ira y ganas de matarlos, el chico sale corriendo gritando aterrado, pero esa mujer solo se quedo parada con lágrimas en sus ojos  desconcertada, solo la escuche decir:

— ¡Kailer!.

Antes de sentir un fuerte golpe en la nuca que me obligó a cerrar mis ojos y desplomarme en el suelo.

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