Capítulo 3

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Scaloni se acomodaba el uniforme frente al espejo de la sala, esperaba a su esposo quién yacía en la habitación terminándose de alistar y Lionel Messi estaba comiendo algunas galletas. EL día de hoy recibirían una visita importante desde Francia, un gran amigo de David Beckham, aunque el omega argentino odiara esas juntas diplomáticas tenía que acudir con su familia para crear buenas relaciones estratégicas.

— Escucha Guillermo, no estaremos en todo el día. Así que puedes considerarlo tu día libre, nada de problemas... ya me has causado bastante ¿Quedó claro? — ordenó el omega mientras se giraba hacia el mencionado, Guillermo solo desvió su mirada tratando de esconder su sonrisa maliciosa.

— Como ordenes — se limitó a mal responder y Scaloni solo entrecerró los ojos ante ello, pero decidió no hacer un drama, suficiente con permitir que le colocaran ese collar como castigo.

— Un amigo de Lionel debe venir en unas horas, recibirlo en lo que mi hijo llega. Trátalo con respeto y tienes permiso de hablar con él, en caso de que te dirija la palabra — Scaloni soltó un suspiro mientras miraba a su hijo por el rabillo del ojo, sabía perfectamente que en esos momentos tenía una guerra cazada con su esclavo ante la travesura realizada la noche anterior.

Beckham fue el primero en salir junto a su esposo e hijo, Guillermo solo observaba desde la ventana como se marchaban agradeciendo a todos los dioses tener un día solo para él. Caminó hasta el patio donde el grupo de gitanos lo esperaba con algunos remedios caseros en busca de sanar esas heridas hechas por la odiosa fusca del británico y mordió su labio inferior cuando empezó arder su piel, un chico llamado Pedro había colocado una pequeña lona con algunas bolsas de hielo en busca de desinflamar su piel.

Se quedó dormido por un rato y despertó al sentir como alguien lo trataba de levantar con una voz suave, abrió sus lentamente descubriendo al invitado — Hey, Memo. Despierta — susurró Manuel Neuer y el mexicano se fue levantando lentamente, sintiendo un dolor de cabeza — ¿Estás bien? — preguntó preocupado.

— Sí, solo me duele un poco el cuerpo y la cabeza — respondió por inercia y el omega extranjero soltó un poco su aroma buscando calmar al humano, funcionó por un momento — Lo siento, lo siento... solo deje me cambió y estaré con usted — dijo algo nervioso y salió disparado hasta su habitación con el alemán siguiendo sus pasos.

De una extraña manera Manuel podía sentir cómodo ante ese humano que evitaba dirigirle la palabra y solo respondía con un simple SÍ o NO, empezaba a rendirse hasta que un antojo llegó a él siendo la excusa perfecta para hacerlo hablar — ¿Puedes hacer alguna comida mexicana? Él que sea, siempre he querido comer algo de este país — Manuel supo que lo hizo bien al notar el brillo en Ochoa quién cumplió con aquel capricho.

Unos tacos de pastor y asado fue lo que cocino, cebolla asada y una ensalada de tomate, cilantro. Salsa roja hecho en el molcajete que había en la casa sin usar, preparó una buena horchata que tenía escondida en su habitación — Será nuestro secreto ¿Sí? Rafita ante de irse me la obsequió, pensábamos beberla en mi cumpleaños, pero... — prefirió guardar silencio y solo servir la comida.

— Lo lamento tanto, Memo — dijo con pesar el alemán causando sorpresa en el esclavo.

— ¿Por qué te disculpas? —

— Por regresar al infierno, no imaginó la felicidad que tuviste al estar tan lejos de aquí... ¿Cierto? — Guillermo desvió la mirada y prefirió no hablar durante un rato ante la desconfianza, sabía perfectamente que no todos eran crueles con los humanos, pero saber de ese alemán y su cercanía a sus amos no era alentador; Manuel lo entendía a la perfección así que de igual forma se sinceró con el rizado — Lionel se acostó con mi ex prometido. El me citó, no por gusto llegue ni estoy para vigilarte — y disfrutó la expresión de Guillermo.

Juegos inhumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora