Capítulo 12

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Ochoa solo observaba a David con repudio antes de que le cubrieran los ojos con una venda, escuchó como le colocaban esas esposas pesadas y empezó a caminar a empujones hacia una dirección desconocida; tenía el cerebro medio dormido y mucha hambre ni siquiera tuvo tiempo para desayunar. Era escoltado hasta llegar a ese maldito lugar reconociendo la voz del coronel, sus risas le hacían gruñir internamente al mismo tiempo que su respiración se agitaba ante el dolor fantasma en sus manos y piernas.

Estaba exhausto, no tenía forma de sacar provecho a la situación ni siquiera lo liberaron de aquellas ataduras y fue obligado arrodillarse, donde fue encadenado por el cuello y los soldados no se marcharon. Scaloni solo escuchó los gritos de Guillermo y veía la sombra de Diego mutilando la piel del humano para poder realizar unos análisis.

— Conque te gusta pelear — expresó Diego y no dudó en darle un par de puñetazos en el rostro del rizado y otro fuerte golpe directo en la nariz con un rifle rompiéndolo en el acto.

Guillermo escupió un poco de sangre proveniente de sus labios y bajo su mirada donde uno de los soldados lo pateo con fuerza provocando que empezara a mirar borroso. Podía sentir su nariz húmeda por su propia sangre.

Diego sostuvo con fuerza su rostro analizando la fractura.

— Oh, su nariz está recuperándose de forma rápida. Los hematomas empiezan a desaparecer y su ritmo cardiaco se encuentra estable, las nanomáquinas siguen multiplicándose. El dolor seguirá, pero no tendrá ninguna herida. Interesante — comentó en un tono frívolo y arrogante e iba continuar con la tortura hasta que fueron interrumpidos por el mismo Gerardo Martino.

Diego permaneció inmóvil mientras Gerardo observaba al esclavo y alzó ambas cejas al ver tanta sangre en el suelo — Cancela tus experimentos por ahora, el carnaval será un par de días y hemos recibido muchas apuestas. Tendremos casa llena, necesita unos días e inclusive ya le ordené a Beckham tenerlo fuera de los entramientos militares — Martino se retiró sin decir nada más y Guillermo lo miro de reojo, grabándose sus facciones.

El primer pensamiento de Lionel Messi en las mañanas fue sobre el estado actual de Guillermo y es que desde las madrugadas lo llevaban lejos ni siquiera podía seguirlo ante el buen oído de su padre y solo esperaba la noche para poder estar tranquilo un rato.

— Déjalo aquí — expresó uno de los soldados y no dudaron en dejar caer el cuerpo adolorido del humano en la entrada.

Lionel estaba a punto de ir por Guillermo, pero fue detenido por David quién lo sostuvo del brazo con fuerza — Regresa a tu habitación, es una orden. — Messi se zafó a regañadientes e iba hacer caso omiso a la orden, pero Scaloni lo terminó por obligar retirarse — Igual de rebelde que su padre — susurró Beckham provocando una tensión en su esposo.

Decidió ignorar ese comentario.

— Tendrá días para recuperarse. Solo me sorprende que aún tenga su cordura intacta... — expresó el británico mientras cargaba a un Guillermo inconsciente y sin decir ninguna palabra más, bajo la mirada atenta de sus cinco cachorros lo recostó el sofá permitiendo que durmiera.

La presión de aplastamiento mental evitaba que pudiera liberarse y su lobo interior simplemente ansiaba proteger su lado humano sin importar encadenarlo, pero significaría dejar a Messi en el vacío y siendo sincero tener a ese gatito mimándolo por las noches era su momento favorito.

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— ¡Ay! — se quejó Guillermo cuando Scaloni le terminó de abrochar aquella camisa, pero pellizcándolo con fuerza al sentir su aroma señal de entrar en celo.

Ochoa odiaba tener los brazos adoloridos y pedir ayudar para vestirse.

— No eres más que un terco. Ya te ordené usar tus supresores Guillermo, hay más de un omega en casa. — regañó al humano y notó como el mexicano hacía un pequeño puchero.

Juegos inhumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora