Capítulo 4

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Desde hace varios días Lionel Messi se encontraba con curiosidad y la culpa recaía en Guillermo Ochoa, el argentino no podía evitar mirarlo como una presa cada vez que estaban en la casa o cuando el mexicano disfrutaba de sus momentos libres en el jardín conversando con Manuel. Alzó una de sus cejas al notar como el alemán abrazaba con mucha confianza al esclavo de su padre, aunque no fue correspondido y una pequeña molestia crecía en su mente ¿Desde cuando esos dos eran amigos? — con un esclavo es lo más bajo — expresó Messi para sí mismo.

Se alejó de la ventana cuando Manuel se despidió de Guillermo y se dirigió a la cocina encontrándose con el esclavo confundido, podía oler sus dudas, pero prefirió hacer de la vista ciega para molestarlo como cada día. Ochoa, por su parte, solo hizo una leve mueca de fastidio al notar la presencia del más bajo adentrándose en la cocina para empezar a preparar el almuerzo o tendría a Beckham torturándolo. Admite estar incómodo al tener a ese enano siguiéndolo con la mirada ¿Acaso tenía algo en la cara? Se hartó después de algunos minutos — ¿Soy o me parezco? — preguntó con todo el afán de molestar a Lionel, pero solo obtuvo una carcajada.

— Sos un boludo — se limitó a responderle al mexicano.

— Deja de mirarme así, pareces un pervertido... ¿No tienes que ir a fastidiar a otra persona? —

— No, hoy no. Pensaba con Robert, pero se fue a una misión por la mañana —

Y Guillermo soltó un suspiro largo ante esa información que claramente no pidió.

— Pudiste solo decir no y evitar contarme tu vida sexual — dijo sin mirar al argentino y prefirió empezar a lavar las verduras, sin percatarse de la curiosidad del omega dominante.

— ¿Envidia? — dijo divertido Messi y no dudó en caminar hasta el alfa quedando a su lado, observando esas gruesas manos tallar las papas junto con la zanahoria provocando su mente divagar.

— Jajajaja para nada, estoy muy bien así. — comentó Ochoa entre risas e ignorando la mirada extraña del omega.

— Te he notado muy cercano a Manuel ¿Te lo quieres? Sabía que eso de ser virgen era una broma — Y aquel comentario tomó por sorpresa a Guillermo que se detuvo por unos segundos para girar un poco su cabeza hacia el argentino, notando la seriedad en su mirada — Te recuerdo que aparearse con alguien de ese nivel, está prohibido para los esclavos — y dio algunos pasos hacia atrás cuando su cabeza empezó arder ante el zape que recibió por parte de Guillermo.

— Deberías largarte a darle unas a otro alfa, para que dejes de decirlas Lionel Messi — dijo con enojo el alfa.

— ¿Cómo te atreves a hacerme eso? —

— Quién te manda decir tantas pendejadas —

— ¡Tú solo escuchas y callas! —

— ¡Y tú debes respetar a tu amigo y a mí! — Guillermo prefirió irse lejos de aquel omega, pero el argentino se mostraba renuente y lo fue siguiendo por toda la casa reclamándole su acción, pero claramente Guillermo no se arrepentía de nada. Alzó ambas cejas al detenerse en la puerta trasera admirando como el camino estaba despejado y salió corriendo de la casa hasta perderse por el bosque, aunque sabía que no podría escapar al menos estaría lejos del omega.

Lionel trató de seguirlo, pero para su mala suerte había llegado Sergio a entregar un paquete.

Ochoa caminó por un sendero cubierto de algunas grandes rocas, saltando entre ellas con cuidado para llegar hasta un pequeño lago. Sonrió al notar como el aire acariciaba sus rizos y al fin podía estar en paz con sus pensamientos, aunque para su mala suerte esas palabras de Messi no dejaban de resonar en su mente — ¿Yo con Manuel? Imposible, no me gustan rubios para empezar — se dijo así mismo mientras se retiraba sus zapatos desgastados seguido de su pantalón, necesitaba nadar un rato para poder tranquilizarse.

Juegos inhumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora