Capítulo 7

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Al principio todo era confuso para entender sobre esas palabras del médico, solo veía un par de sombras junto su cama y un suave olor dulce provocando que cayera dormido profundamente. Guillermo al despertar trató de recordar qué había sucedido después del castigo recibido por David, provocando sus mejillas arder ante el recuerdo de la noche anterior.

A lo lejos, oía murmullos.

Trató de sentarse, pero el dolor de su espalda le hizo soltar un leve quejido y fue tomándose el tiempo del mundo para incorporarse. Soltó un suave suspiro y alzó su mirada hacia la puerta encontrándose con Lionel quién yacía un poco escondido detrás de la pared, pero asomando su cabeza de forma tímida — ¿Te... te sientes mejor? — preguntó en susurro.

Ochoa se sonrojo ante el mar de recuerdos y prefirió bajar la mirada.

— Sí, gracias. — se limitó a responder.

Una ligera sensación de paz albergó en ambos por un instante: olía levemente café combinado con algún tipo de dulce en el lugar y llegaba a embriagarlos a los dos, provocando que su respiración se agitara.

La intensidad iba en aumento y Lionel sonrió antes de ir por el alfa abrazándolo con fuerza, Guillermo no dudó en corresponderle con la misma emoción besando sus cabellos sin importar dejarlos desordenados; Ochoa acomodó al omega sobre de él donde había escondido su rostro en la glándula de omega.

— No quiero quitarme tu marca, hazla permanente alfa.

El mexicano abrazó con fuerza tratando de controlar sus colmillos que empezaban arder ante el deseo del argentino.

— Sería tu condena. Sigue las instrucciones del médico, por ahora.

Y el omega se alejó abruptamente de Guillermo, dejando ver algunas facciones de su animal interior, algunas partes de su cuerpo se teñían de un pelaje blanco con rayas blancas y las orejas resaltaban — Márcame — ordenó Messi mientras movía su cola de un lado a otro para aminorar su enojo.

— Qué caprichoso eres, no es no.

Se lo dijo con delicadeza para no alterarlo más, en la habitación empezaba a tonarse agrio el aroma.

— Ya entendí que deseas, alfa.

— ¿Así? Ilumíname gatito

— Has dejado de ser virgen y quieres ir con otros omegas a marcarlos, nadie querrá un simple esclavo. Solo yo, alfa.

El rizado se levantó y sostuvo con cuidado el cuello del omega mientras gruñía ante esas palabras

— Tienes una lengua venenosa, eres rebelde y caprichoso...

— Solo he dicho una verdad.

— No puedo hacerlo, me odiaría de por vida si algo te pasa.

Y el corazón del omega latió con fuerza, su cola se entrelazó con la de Guillermo.

Un besito casto

Poco a poco fue aumentando de intensidad.

Lo suficiente para la emoción del alfa y dejando entre ver sus garras oscuras que sostenía aquella cintura con fuerza, las piernas del omega temblaron ante los ojos del rizado; pupilas amarillas con iris oscuras, era los ojos de un águila.

El corazón de Messi latió con algo de desespero al notar como la piel de Guillermo se tornaba entre un color rojizo y amarillo.

— ¿Qué...? — su pregunta quedó al aire mientras se alejaba, observaba tan solo algunas facciones de un animal en el cuerpo del esclavo.

Juegos inhumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora