Ocho

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De ninguna maldita manera...

Chenle se detuvo frente a una puerta que conocía muy bien, sintiendo cómo el peso de la duda y la ansiedad lo aplastaban mientras sujetaba con fuerza el dobladillo de su sudadera holgada y oscura. Había salido de su casa con discreción, cubriéndose con una mascarilla negra y una gorra, pensando que eso sería suficiente para pasar desapercibido. No quería que lo reconocieran en la calle, mucho menos en ese lugar.

Se suponía que solo había salido a despejarse, a caminar para liberar su mente de los pensamientos confusos que lo habían estado atormentando durante las últimas dos semanas. Pero ahora estaba parado frente a la puerta del departamento de la persona que había estado evitando durante todo ese tiempo. Dos semanas que se habían sentido como una eternidad.

El aire se sentía denso, y la vergüenza lo abrumaba. ¿Qué diablos estaba haciendo allí? No había sido invitado, y ni siquiera tenía un buen motivo para estar frente a esa puerta. Estaba parado frente al departamento de Jisung sin ninguna razón válida, como un idiota.

Con los nervios a flor de piel, Chenle mordisqueó su labio inferior. Estaba tan tenso que le dolían los hombros. Aun así, extendió su mano y, con los dedos temblorosos, tocó suavemente el timbre. Inmediatamente, miró a su alrededor, asegurándose de que nadie lo estuviera observando. Últimamente, le aterraba la idea de que alguien pudiera invadir su privacidad. Aunque sabía que probablemente nadie sospecharía nada si veía a dos alfas juntos, solo pensarían que eran conocidos o compañeros de trabajo.

La puerta no se abrió de inmediato, lo que solo aumentó su incomodidad. El silencio lo hizo pensar que tal vez esta era su señal para salir corriendo y no volver jamás. Tal vez Jisung no estaba en casa o, mejor aún, tal vez debería olvidar que alguna vez había llegado hasta allí. Pero antes de que pudiera decidir si quedarse o irse, la puerta se abrió y un chico de apariencia delicada apareció ante él.

—Hola, ¿puedo ayudarte?— preguntó el desconocido, con una sonrisa cortés.

Chenle se congeló en su lugar. Era un omega. No necesitaba olerlo para darse cuenta. Podía verlo en sus rasgos suaves y su postura relajada. Tenía el cabello rubio, la piel clara y unos ojos grandes que parecían demasiado amables para el caótico mundo que Chenle estaba experimentando en ese momento. Era lindo, pero eso solo lo hizo sentir más incómodo.

¿Me equivoqué de departamento? Chenle revisó rápidamente el número en la puerta, esperando encontrar alguna explicación para la presencia de ese chico en el lugar donde se suponía que vivía Jisung. Pero no, no se había equivocado. Estaba en el lugar correcto.

—Uhh, b-busco a Park Jisung —balbuceó, sintiéndose ridículamente nervioso. Se aclaró la garganta, intentando ocultar su incomodidad frente a la sonrisa amable del omega.

—Oh, claro. Se está duchando en estos momentos, pero si gustas, puedes pasar y esperarlo en la sala— respondió el chico, haciéndose a un lado para dejar espacio en la entrada.

Chenle sintió que su estómago se retorcía, y esta vez no era por el aroma de otro alfa. Era algo peor, algo más profundo. La idea de entrar al departamento y esperar por Jisung, mientras un omega lo invitaba a pasar, era demasiado. Demasiado complicado, demasiado confuso.

Miró a su alrededor una vez más, dudando. ¿Qué haría si entraba? Entraría, se sentaría, y esperaría a que Jisung saliera de la ducha. Y entonces, ¿qué? ¿Tendrían una conversación incómoda sobre las últimas semanas? ¿Ignorarían la extraña tensión que había entre ellos? ¿O, peor aún, lo confrontaría sobre todo lo que estaba sintiendo?

No, definitivamente no era una buena idea.

—Volveré después, muchas gracias— dijo rápidamente, dando un paso atrás.

Un poco confundido || JichenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora