Su inesperada presencia lo dejo con el ceño fruncido y la mente ahogada en pensamientos que no le daban tregua. La sensación de tensión, presente en los músculos de su espalda y en el peso constante sobre su pecho, parecía agravarse a medida que avanzaba por la zona de cajas del supermercado. Había perdido la cuenta de cuántas veces había estado allí, esperando a Rocío después de su segundo turno de trabajo y no podía asimilar que esa persona que lo había atacado se encontrara en el mismo lugar en el que ella trabajaba.
Al principio la gente no le prestó atención y seguía haciendo sus compras, pero cuando Mauro se paró justo frente al joven que atendía la caja. Ellos le exigieron a Mauro que se retirara. En cambio, él sentía un ligero peso en el estómago, una inquietud que ni siquiera el aire acondicionado del supermercado lograba aliviar.
Lo había hecho casi por inercia, como si sus pies lo llevaran sin que su mente lo procesara del todo. Agarró un frasco de café que estaba frente a él y que iba a ser registrado para su venta, la observó por un instante como si fuera un objeto ajeno, incapaz de concentrarse en lo que realmente estaba haciendo. Eso no tenia sentido, solo lo reflejaba a él.
Desde sus ojos todo lo demás se apagó. El ruido del supermercado, las luces brillantes, las exigencias de quienes querían sacarlo, todo se desvaneció. Mauro sintió cómo el mundo se estrechaba hasta reducirse a una única cosa: el joven que estaba frente a él.
La apariencia del chico no había cambiado mucho desde la última vez que lo había visto. Estaba allí, despreocupado, como si su vida hubiera seguido adelante sin el más mínimo remordimiento. Una sonrisa medio oculta en su rostro, los movimientos relajados de alguien que no tenía ninguna carga sobre los hombros. La única diferencia es que ahora si tenía más de una expresión en su rostro.
Los recuerdos comenzaron a agolparse en su mente, asaltándolo sin piedad. Las sombras, las voces, los golpes, los cortes. Recordó el sabor metálico de la sangre en su boca, el sonido de su respiración jadeante mientras trataba de levantarse del suelo, el dolor en cuerpo. Cada detalle, cada segundo de esa agresión, volvió a él como una tormenta implacable.
Las cicatrices estaban ahí, tanto físicas como mentales. Aún sentía los efectos de anoche, quedarse solo con sus pensamientos fue desagradable.
Una enorme rabia explotó de golpe dentro de Mauro. El ardor punzante se extendió por su pecho y sus extremidades, tanto que lo hacía temblar.
Lo miró fijamente a los ojos, pero su propia mirada no reflejaban nada más que furia. Era una furia afilada. En cambio, la mirada del joven era de sorpresa, quizás de confusión. No parecía entender lo que estaba pasando. Mauro sintió su mandíbula apretarse tanto que casi le dolía. Cuando finalmente habló, lo hizo con una voz baja, pero afilada como una hoja de acero.
— ¿Me recuerdas? — preguntó, sin apartar los ojos de él.
El joven lleno de perforaciones parpadeó claramente desconcertado. Miró a Mauro de arriba abajo, tratando de recordar si lo conocía, si alguna vez lo había visto antes. No pudo hacerlo y solo se le presento una especie de nerviosismo, como si de repente se diera cuenta de que algo andaba mal.
—¿Perdón? —respondió el joven, con una sonrisa tensa y nerviosa, tratando de disipar la incomodidad que comenzaba a rodearlos — ¿Le puedo ayudar con algo que necesite?
Pero esa sonrisa fue la gota que colmó el vaso dentro de Mauro. ¿Perdón? Esa palabra, dicha con tanta despreocupación, parecía que se estaba burlando de él en su cara.
—¿Me recuerdas? —repitió Mauro, cada palabra arrastrando rabia. No se esperó para nada este momento y ahora que lo tenía frente a él, no podía detener el flujo de emociones que lo sacudía.
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MAURO
Mystère / ThrillerLuego de sufrir un desafortunado evento, Mauro trata de recomponerse solo para encontrar su entorno cambiado de manera inexplicable. Las personas que conocía y los lugares que frecuentaba ahora lo tratan como a un completo extraño. Desesperado, inte...