La casa de Felix era un cuartel ahora, todo iba a parar allí al parecer.
Habían pasado un día espléndido en la playa, comieron, contaron anécdotas y algunos durmieron la siesta, estaban exhaustos cuando la noche llegó, tanto que pidieron comida y se fueron a la cama.
Jisung y Minho partieron primero, el omega arrastraba los pies y el alfa parecía un león de tanto bostezar.
Felix y Hyunjin permanecieron en la cocina con un Ni-ki que había dormido siesta y estaba con mucha energía, al igual que su fiel amigo Clifford.
El alfa abrazaba al omega en el sillón y miraban la interacción de los dos en el suelo como si fuera una caricatura de la tele a la que no le puedes prestar tanta atención del sueño que tienes.
– ¿Cómo te sientes? – dijo Felix, rompiendo el silencio cómodo.
Afianzó su agarre alrededor del cuerpo liviano del omega, su nariz corrió a sus cabellos húmedos por el baño reciente.
Miel y flores, empalagosamente adictivo.
– Excelente, Lix, ¿tú? – preguntó, separándose de sus cabellos.
Porque aunque quisiera no tener que hacerlo, no podía respirar contra esa cascada de mechones.
El cielo lo había oído y esa noche su omega había decidido armarse rulos, dejando un conjunto de rizos definidos en su cabeza que lo hacían parecer el corderito más bonito del mundo.
– Estoy bien, pero estabas callado y tal vez te pasaba algo – respondió, ronroneando contra su cuello.
Podía jurar que no había nadie más preocupado por los otros como Felix, vivía preguntando a todos cómo estaban y si necesitaba algo. Hyunjin, quien no acostumbraba tanto a esto, estaba intentando seguir sus pasos, al menos con él.
Su omega pasaba tanto tiempo preocupado por los demás que casi ni se preocupaba por él mismo.
– Solo estoy disfrutando el momento, Lix, me gusta estar con ustedes así – explicó, buscando sus ojos.
Parpadeaba pesado, tenía sueño, tal vez era momento de acostar al señorito no me duermo nada y llevar a su omega a la cama.
– ¿Entonces no te aburres? Es que llevamos un tiempo callados y me gusta pero no sé tú y... – tomó esa boquita y la silenció con un beso.
Ahí estaba, todo preocupado por él cuando la estaba pasando bien.
– No, amor, me gusta estar así, aún si no hablamos, además se nota a leguas que estás cansado – recordó como si no fuera obvio.
Probablemente teniendo el mismo pensamiento que él hacía un momento, Felix miró a Ni-ki jugando a las carreritas con un confuso Clifford que solo quería mordisquear su pantalón.
Ambos pensaron que el cachorro iba a relajarse luego del baño de burbujas que tomó con Felix antes de la cena, pero no fue el caso.
– No se dormirá, no aún – reconoció, dejando caer su cabeza en el hombro de Hyunjin con un pucherito en sus labios.
Sonrió y volvió a besarlo, una y otra vez, mordisqueando juguetonamente su labio fruncido hasta que se rió, llamando la atención del cachorro.
– ¿Por qué se dan tantos besos en la boca? – preguntó el pequeño, trepando al regazo de su madre, dónde fue recibido por un abrazo.
Hyunjin se paralizó, sin saber qué responder, por suerte Felix estaba suelto y al parecer acostumbrado a esas preguntas.
– Porque nos queremos y es nuestra manera de demostrar cariño – explicó Felix, pasando la mano por los cabellos del menor.
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beach boys | hyunlix
RomanceFelix sabía solo dos cosas del papá de su bebé: que se llamaba Hyunjin y que era el alfa más caliente que un omega soltero de 21 años podría haberse cruzado en una noche de verano. O dónde el omega de 24 años y su cachorro comienzan de cero en un n...