Acarició los cabellos de su hijo dormido y se reclinó en su hamaca, disfrutando del cantar de los pájaros y la calidez del sol otoñal, atrayendo toda la paz mental que la naturaleza pudiera brindarle en ese instante.
Habían trabajado en esa hamaca los últimos dos días, era de los antiguos dueños, Felix podía imaginar a los ancianitos hamacándose hasta el final allí, juntos de la mano y amándose sin límites.
Claramente había derramado mil lágrimas sobre la madera cuando lo encontró y otras mil cuando pudo colgarlo en su antiguo lugar debajo de un árbol. Ni-ki había decidido que ahí quería que lo meciera para su siesta y a Felix le pareció muy dulce, así que ahí estaban.
Su falso celo había terminado, ahora tenía que afrontar un par de días incómodos y por 28 días más no tendría problemas, por lo que ya no estaba tan sensible.
Ahora, con niveles hormonales más balanceados y con la mente fría, había comenzado a aceptar la falta de Hyunjin. El alfa había decidido desaparecer y como no, podía ser su culpa. ¿Le molestaba cómo los dejo a Ni-ki y a él? Sí, pero no podía obligar a alguien a quedarse.
Felix tenía que aceptar que lo único bueno que en su vida había durado era Ni-ki, lo demás siempre se lo arrancaba la vida.
Definitivamente tenía que sacar una cita con su psicóloga, sus plantas ya estaban haciendo hijos de tanto que les había hablado y tenía que dejar de sumirse en una nube de sueños rotos cada vez que las ventanitas de cielo estrellado en los ojos de Ni-ki le recordaban tanto a otros cielos en los que no tendría que haber vuelto a volar.
Felix había apagado su celular la segunda vez que rompió a llorar al ver que no tenía respuesta, no era sano ni tampoco lo necesitaba, podría hablar con sus amigos luego y su trabajo era por email, así que jamás vio los mensajes y las llamadas entrando, ni siquiera sabía de la inminente llegada de Hyunjin hasta que el alfa entró corriendo en su sala mientras él dejaba a Ni-ki en su habitación.
– Lix – lo vió suspirar, una mano en su corazón mientras respiraba con dificultad.
Acaso... ¿había corrido hasta allí? Felix se apuró en buscarle agua al ver lo agitado que estaba. De repente toda la molestia que el omega podría haber acumulado se esfumó, ahora solo sentía la tristeza nostálgica al darse cuenta lo mucho que lo había extrañado.
Sentía verdaderas ganas de llorar por más estúpido que eso parezca. Felix había tenido tanto miedo de perderlo a él también.
Retiró el vaso cuando Hyunjin lo bajó de un trago, ahora recompuesto o al menos más tranquilo, no lo dejó alejarse mucho, sus manos tomaron las suyas apenas estuvieron libres, acercándolo a él peligrosamente.
Oh, olía tan bien. El eucalipto y el café eran tan intensos que su omega se sentía deslizarse en una nube sobre un cafetal y un campo de eucaliptos. No lo hacía a propósito, no se sentía molesto y pesado en el aire, no lo obligaba a calmarse, Hyunjin apestaba y Felix estaba tan hundido en él que no hacía más que fascinarle.
A Felix le cayó el zapato antes de que el pobre alfa hable, y se sintió tan estúpido al no haberlo considerado ni por un segundo que quería pedirle perdón de rodillas por ser un maldito exagerado y molesto y...
– Felix... – Hyunjin lo miraba y sus ojos brillaban.
¿Cómo se sentiría crecer con tanta belleza junta? Era perfecto, su cabello estaba despeinado pero caía en su lugar y era armonioso.
– H-Hyun...jin – sus manos temblaban vergonzosamente.
Si no había arruinado todo antes seguro lo haría ahora, los alfas no querían omegas que se metan en sus asuntos y Felix se había sentido en demasiada confianza como para entrometerse.
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beach boys | hyunlix
Roman d'amourFelix sabía solo dos cosas del papá de su bebé: que se llamaba Hyunjin y que era el alfa más caliente que un omega soltero de 21 años podría haberse cruzado en una noche de verano. O dónde el omega de 24 años y su cachorro comienzan de cero en un n...