Obsession || WinRina G!P

09 [EDIT]

La voz de Haewon llenaba la sala de estar de energía mientras su abuelo miraba sus lindos bocetos en su libreta de dibujo. Atento a todo lo que su nieta tenía por decir.

Ajenos en su propio mundo a la tensión palpable en la cocina.

La señora Yoo miraba con una sonrisa jovial a su esposo y a su nieta reír. Su mirada regresó a su hija, quien observaba la misma escena, pero había una profunda tristeza y anhelo en sus ojos, como si algo no estuviera funcionando. Fue fácil suponer que Haewon no se llevaba tan bien con su madre, y la señora Yoo realmente quería saber qué estaba sucediendo.

Ella crió a su hija, a su pequeña en un ambiente amoroso, familiar y lleno de momentos tanto tristes como felices, pero allí estaba su hija con cansancio reflejado en su rostro, mirando a su hija con esa expresión tan triste y deprimente, llenando de preguntas el aire.

La última vez que vio a Jimin se veía exactamente igual o peor. No recuerda siquiera haber visto a su hija feliz.

La ausencia de cierta persona tal vez tendría que ver. Teniendo un papel importante en la vida de su hija por alrededor de 16 años, y ahora con una hija de ambas siendo parte fundamental de su relación acabada.

Jimin se mantuvo en silencio, fingiendo y aparentando estar bien.

La señora Yoo lo sabía. Sabía perfectamente que Minjeong estuvo en prisión, podría ser la bocota de Aeri, pero ella le insistió a Uchinaga saber la verdad. Aeri era como su segunda hija, así que no pudo mentir y confirmando así que la relación que Jimin aseguraba estaba llena de felicidad era una farsa, probablemente temía que las obligaran a separarse.
Lo entendía, como su madre quería lo mejor para Jimin y aunque sintiera todavía ese cariño maternal por Minjeong, era consciente de que no deberían volver en absoluto.

—Jiminnie, mi amor... —murmuró, atrayendo consigo la mirada pérdida de su pequeña, quien estaba perdiendo lentamente su brillo.

Jimin estaba sentada en la mesa de la cocina, mirando con duda a su madre, mientras que sus dedos se movían nerviosamente alrededor de la taza de café que no había tocado desde que se sentó, probablemente ya era café frío a este punto. Su madre la observaba desde el otro lado, con esa mirada tranquila y firme que siempre la hacía sentir como si estuviera a punto de recibir una lección.

A pesar de que su madre le habló, parecía que no sería ella quien realmente iniciara la conversación. Jimin lo sabía, dejando salir un gran suspiro; el cansancio, el dolor y la derrotada ahí presentes junto con ella.

—No puedo más con esto —dijo finalmente, rompiendo el breve silencio. Su voz era baja, cargada de cansancio. No era solo el agotamiento físico, sino el peso emocional que había estado cargando durante años.

Estaba a punto de confesarlo todo, una parte de sí sabía que su madre, siendo tan observadora, lo sabría ya. Pero estaba esperando que ella lo dijera.

Sí confesar todo, sería casi imposible que Minjeong pudiera regresar a formar una familia falsa con ella. Claro, anhelaba verla, estar con ella, tocarla, pero su corazón no estaba tan bien de la última vez que lo intentó.

Meditó mejor sus palabras al notar a su madre fruncir el ceño levemente, pero sin decir nada al respecto.

—Ha sido un desastre desde el principio —hubo una difícil decisión entre mirar el café o el rostro serio de su madre, optó por intercalar—. Minjeong y yo... siempre ha sido así. Peleas, discusiones, promesas rotas... nunca terminan. Nos separamos, volvemos. Nos separamos otra vez. Y siempre me digo que esta vez será diferente, pero en el fondo sé que no lo será, nunca es diferente porque vivimos en un círculo, dando vueltas; una detrás de la otra porque es... difícil.