guess five

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Taehyung no podía pensar en otra cosa más que en el deseo que le quemaba por dentro. No le importaba que todavía estuvieran en el campus, que el entrenamiento acabara de terminar, o incluso que seguían técnicamente castigados.

La urgencia por tener a Jimin para sí mismo lo dominaba, y, sin pensarlo dos veces, lo tomó de la mano, ambos cruzando el campus con una necesidad silenciosa pero palpable.

El cambio entre ellos había sido abrupto, una transición fluida del constante intercambio de insultos y miradas desafiantes, a algo mucho más íntimo, casi frenético. Cerraron la puerta detrás de Taehyung y, de inmediato, Jimin lo atrajo hacia él, las manos en su cuello, uniendo sus labios en un beso profundo y lento. Ya no había rastros de la agresividad que solía teñir sus interacciones. Esta vez, solo eran ellos dos, solos en su pequeño universo.

El cuerpo de Taehyung se inclinó sobre el de Jimin, sus manos recorriendo la piel suave de su cintura, llevándolo poco a poco hacia el colchón. El peso de Taehyung sobre él no era una carga; al contrario, Jimin lo deseaba, lo necesitaba tan cerca como fuera posible. Sus manos viajaron hasta los hombros de Taehyung, y al sentir la tela de su ropa, un suave susurro se escapó de sus labios.

— ¿No te la quitas? — preguntó, su voz teñida de un deseo que apenas lograba contener.

Taehyung lo miró con una mezcla de sorpresa y complicidad, pero no dejó el deseo de Jimin sin respuesta. Se incorporó lo suficiente como para quitarse la camiseta de un solo movimiento, dejando a la vista su torso perfectamente esculpido, los músculos tensos y el contorno de su ropa interior visible en la cintura de su pantalón. Jimin tragó saliva, sus ojos recorriendo cada detalle con avidez.

Sin perder el ritmo, sus manos se movieron hasta el borde del pantalón de Taehyung, delineando el elástico con los dedos, provocándolo.

— ¿Qué traes puesto hoy? — preguntó con una sonrisa traviesa.

— Adivina — respondió Taehyung, su voz baja y cargada de insinuación.

Jimin, con manos ansiosas, bajó el pantalón para descubrir unos bóxers negros adornados con pequeños pollos y cerdos del videojuego Minecraft. La risa se escapó de sus labios antes de que pudiera contenerla, pero esta vez no era una risa burlona. Había algo adorable en la escena, y lejos de romper el momento, lo hizo más humano, más íntimo.

Sin perder tiempo, Jimin se quitó también la camisa, quedando ambos en igualdad de condiciones, apenas cubiertos por un mínimo de tela. 

Pero aquello no era suficiente. Taehyung, siempre un paso por delante, volvió a atraer a Jimin hacia sí, esta vez con manos más atrevidas, recorriendo cada centímetro de su piel, apretando su espalda baja, provocándole jadeos suaves y entrecortados.

Los dedos hábiles de Taehyung hicieron que Jimin se sintiera pequeño, indefenso bajo su toque, y pronto la temperatura subió aún más cuando Taehyung deslizó con lentitud su ropa interior, dejando a Jimin completamente expuesto. Taehyung lo miró como un depredador, sus ojos oscuros llenos de deseo.

— Voy a ir más lejos, Jimin — susurró Taehyung, sin darle oportunidad de respuesta.

Con una habilidad casi desconcertante, levantó las piernas de Jimin, apoyándolas sobre sus hombros y sosteniéndolo por las caderas. Jimin no entendió de inmediato lo que estaba a punto de suceder hasta que sintió la primera caricia húmeda y caliente en su piel. Un gemido ahogado escapó de su boca, y Taehyung no se detuvo, devorándolo con una voracidad que lo dejó sin aliento.

Taehyung lo hacía sentir como si el mundo se derrumbara a su alrededor. Cada caricia, cada lamida era una descarga eléctrica que recorría su cuerpo, hasta que Jimin, incapaz de contenerse más, arqueó la espalda, buscando algo, más.

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