Desviado FAYEYOKO 2

Yoko

Cuando la ira aumenta, piensa en las consecuencias.
—Confucio

Cruel. Inconsciente. Arrogante. Tres palabras que nunca pensé que usaría para describir al hombre que tengo frente a mí.
Confinándome injustamente en mí casa, sin darme la misma opción de saber que está a salvo... Ni siquiera puedo expresar con palabras lo enojada que estoy.
—Ni siquiera te tomas el tiempo de mandar un mensaje de que estás bien —continúo, manteniendo mi tono frío, negándome a mostrar demasiada emoción.
Ya no sangro por el mundo. Ella vio más que nadie y no se molestó en preocuparse cuando más importaba.
—Yoko, entiendo que estés enfadada, pero no puedes estar aquí — dice, suavizando su voz.
—Ya lo veo —respondo con fuerza, dando un paso atrás—. Siento haberme preocupado. No volverá a suceder.
Por más berrinchuda e infantil que suene, es una prerrogativa de una chica amargada en este momento.
Me doy la vuelta y empiezo a alejarme, pero ella me sigue, agarrándome del brazo. Me suelto de su agarre.
—No lo entiendes —susurra, mirando a una cámara—. Podría estar mirando. No sabemos de lo que es capaz ahora mismo y su pasado es mayormente un misterio.
—Me pusiste en una burbuja y te di paz mental. Te preocupabas. Haría cualquier cosa para tranquilizarte para que no te preocuparas. —Me trago el nudo de mi garganta, negándome a mostrar emociones, desestimando mi debilidad o vulnerabilidad— Yo también me preocupo, Faye. Duke recibió la llamada de que tu equipo fue atacado y todos ustedes estaban en el hospital. Ni siquiera respondiste al teléfono. Ni enviaste un mensaje de texto. O responder a mis cientos de mensajes. Puedo manejar muchas cosas, pero no dejaré que me pisotees y luego te niegues a ofrecerme la misma tranquilidad. ¿Y luego te enfadas conmigo? ¿Hablarme con desprecio? ¿Quién demonios te crees que soy?

Me doy la vuelta y me alejo y ella me deja, porque no puede seguirme. No puede hacer una escena.
Boogeyman podría estar mirando. Deja que el enfermo bastardo venga. Necesito algo para apuñalar.
—Quédate con ella. Estaré allí tan pronto como pueda estar libre —oigo a Faye decir, probablemente a Duke mientras sigo caminando—. ¡Y que alguien me encuentre un maldito cargador de teléfono!
La primera lágrima cae cuando entro en el ascensor abierto y presiono el botón del vestíbulo ferozmente. Subí tres tramos de escaleras, preocupada por si Faye estaba lastimado cuando no respondió a mi millón y medio de llamadas o mensajes de texto.
Resulta que soy alguien en quien no se molestó en pensar cuando me estaba volviendo loca con los peores escenarios.
Su teléfono muerto no es una buena excusa. No cuando todos los del equipo están aquí con sus teléfonos que podría haber usado.
Duke se desliza en los ascensores antes de que las puertas se cierren y se apoya contra la pared.
Ella no dice una palabra y le tiro las llaves en el momento en que llegamos al vestíbulo. En silencio, llegamos al auto y hacemos el largo viaje a casa. Yo no hablo. La radio está en silencio. El único ruido es el sonido de mi V8 Mustang vibrando por la calle.
Mi teléfono se enciende con un texto de Faye, supongo que ya tiene un cargador, pero no me molesto en leerlo. Al igual que ella no se molestó conmigo.
Cuando finalmente llegamos a mi casa, le quito las llaves a Duke, pero cruzo al asiento del conductor.
—¿Qué estás haciendo? —me pregunta.
—Dándote tiempo para salir de mí casa. No quiero estar rodeada de gente ahora mismo. Será mejor que todos ustedes estén fuera de mi propiedad antes de que vuelva.
Sus ojos se abren de par en par. —Mira, Yoko, entiendo que estés enfadada ahora mismo. Es una imbécil prepotente que actuó como una idiota desconsiderada, pero no arriesgues tu propia seguridad para castigarlo. Déjanos quedarnos y protegerte.

Mantengo la puerta abierta, con un pie dentro del auto. Duke es una buena mujer, pero es difícil no desquitarme con ella, ya que es la  única que está por aquí ahora.

—No tienes derecho legal a estar aquí. Tal como dijiste. No puedo evitar que merodees por la calle, pero oficialmente estás invadiendo si te quedas en mi propiedad. Vete antes de que regrese, o irónicamente, llamaré a la policía.