Yoko

535 55 11
                                    

No te avergüences de errores y haciéndolos así crímenes
-Confucio

Hace un rato Faye se ha ido, cuando de repente, veo a Ize caminar frente a la sala de descanso con Laurel. Supongo que ella ha estado viendo las noticias de cerca, lista para seguir con lo que le dije que hiciera.
Los ojos de Ize se abren de par en par cuando me ve y yo le guiño un ojo, poniendo mi dedo sobre mis labios como la señal universal de shhhh, mientras uso mi otra mano para mostrarle mi pase de visitante.
Ella enmascara su sorpresa inmediatamente y Laurel me sonríe, dándome un pequeño saludo. Me sorprende un poco cuando veo a Marissa acercarse de repente a ellas, mirándome.
Laurel desvía su atención hacia Marissa, mientras Marissa estrecha sus ojos hacia mí. —¿Puedo ayudarte? —pregunta.
Un tipo se acerca y les hace un gesto a Laurel . —Tienen información sobre el caso Ferguson. Las he escoltado hacia aquí, pero no puedo contactar con Malisorn.
Mi estómago se revuelve sólo con oír su nombre. Espero que no me decepcione. Mis instrucciones eran que Ize buscara a su equipo, pero no por su nombre. Le dará la custodia de Laurel si es el hombre que creo que es, sin tratarla como a una criminal por estar vinculada a mí, el monstruo que le oculto.
—Las llevaré a la sala de conferencias tres —le dice Marissa, mirándome sospechosamente otra vez. Laurel me mira por última vez, pero Ize sigue teniendo un rostro de piedra cumpliendo su parte perfectamente.
Laurel cree que soy un ángel. Probablemente piensa que nadie más puede verme. Para sus ojos, la vigilo de cerca, asegurándome de que esté a salvo, como prometí.
Ahora ella está limpia. También lleva ropa nueva que Ize debe haberle comprado en el camino.
—Oye, ¿qué está pasando? —escucho una voz familiar preguntar.
¿Carl? ¿Se llama Carl? Creo que sí.
No escucho nada después de eso, porque se alejan demasiado. En cambio, finjo interés en la TV, bebiendo la soda que compré en la máquina expendedora de aquí.
Ize probablemente piense que soy muy valiente por estar aquí ahora mismo. No tiene ni idea en el enredo en el que estoy. Pero están buscando un monstruo. No una chica que ama el rojo.
No una chica que se está enamorando. No una chica que murió hace diez años.
Transcurre más tiempo antes de que sienta los ojos sobre mí, y lanzo una mirada a la puerta para ver a Marissa mirándome fijamente. Sus ojos son definitivamente sospechosos ya que me evalúa sin ninguna discreción.
Seguramente Laurel no se lo dijo. Y ciertamente no Ize. De lo contrario estaría en una sala de interrogatorios si lo hubieran hecho. Ella sospechó de mí desde el principio, así que es obvio que aún este buscando algo que me incrimine ante los ojos de Faye.
Para estar segura, le arqueo una ceja, como si la desafiara a decir algo. Ella no habla.
Sus ojos están enrojecidos, como si hubiera estado llorando.
Seguramente a ella no le importaba Ferguson. Entonces, ¿por qué llora?
Finalmente, ella aparta la mirada y se aleja, sin decir una palabra. Vuelvo a prestar atención al "asunto" que está ocurriendo. En realidad, es bastante divertido. Además, nadie espera que una chica que se ríe en la sala de descanso haya torturado recientemente a un hombre, desenterrando oscuros secretos que nadie sabía que existían.
Después de que pasa un poco más de tiempo, siento los ojos sobre mí otra vez, y muevo la cabeza hacia la puerta para ver a Faye mirándome con una pequeña sonrisa en sus labios.
—¿Qué? —pregunto, aliviada de que esté sonriendo.
—Tú. Tú eres tan... supongo que estás cansada de escuchar, perfecta. Pero es verdad.
Me paro lentamente, sonriéndole. Me alegro mucho de no ser una sospechosa. Me preocupaba que Ize no tuviera la columna vertebral que necesitaba para esto, pero debe haberse probado a sí misma.
Laurel tiene un hogar. Estoy segura de ello.
—¿Estás bien? Has estado fuera un tiempo.
Su sonrisa se apaga. —Lo siento. Tenía mucho que hacer. Lo único bueno además de verte ahora mismo, es que una niña sin hogar traumatizada tiene un lugar seguro para vivir.
Exhalo en silencio, sintiendo la calma que me invade. No me falló. Sabía que ella era perfecta para esto.
—¿Estás lista para irte ahora? —pregunto, moviéndome hacia ella.
Me agarra por la cintura, tirando de mí a su cuerpo, y se inclina cuando me pongo en pie, reuniéndome con ella tanto como sus labios encuentran los míos.
—No —dice, un suspiro le sigue mientras que sus labios se mantienen sobre los míos—. Tengo que quedarme.
Se retira sin ganas, lamentando el oscurecimiento de sus ojos. — Te daré mis llaves. Vete a casa. Esto podría llevar un tiempo.
Mierda. Definitivamente han vinculado este asesinato a mí... bueno, mejor dicho, a la persona que no pueden nombrar. Sabía que lo harían.
Ahora tengo que dejarle hacer su trabajo, intentando encontrarme.
—Está bien.
Veo a Ize y Laurel pasar, Carl las escolta a la salida. Laurel me saluda de nuevo y yo le guiño un ojo, mientras Faye se distrae con sus labios en mi frente.
Afortunadamente, Carl tampoco se da cuenta de la despedida con la mano.
—Tuve que investigar los antecedentes de una mujer esta noche para asegurarme de que un asesino eligió sabiamente —dice el tipo que estaba en mi casa cuando entra en la sala de descanso, sin darse cuenta de que estoy allí—. Este día está tan jodido.
Saben que la elegí. Pero aparentemente ella nunca habló.
Buena chica, Ize . Gracias.
—Donny, recuerdas a mi novia, ¿verdad? —Faye pregunta y mi corazón hace pequeñas piruetas por razones que desconozco.
Soy su novia. Tengo una novia.
No es una noticia nueva, pero me hace soñar como una niña de trece años que se mueve por el teléfono.
Ni siquiera pienso en el hecho de que ella es la persona que intenta atrapar al asesino con el que tengo un segundo empleo.
Donny da vueltas, sorprendido de verme.
—Lo siento —dice, y luego asiente con la cabeza en reconocimiento mientras sirve una taza de café—. Ni siquiera te vi.
Sólo sonrío, con un aspecto dulce y de mierda. No hay un asesino despiadado aquí, chicos. Sólo una inofensiva mujer enamorada. Eso es todo.
—Aquí están las llaves —me dice Faye, colocando dichas llaves en mi palma—. Te acompañaría, pero tengo un montón de cosas que hacer. Lo siento mucho.
Me encojo de hombros, y un tipo extraño se acerca, aparentemente listo para acompañarme a la salida.
—¿Te veré más tarde?
Los labios de Faye encuentran los míos, respondiendo a esa pregunta sin palabras. Un carraspeo viene desde detrás de mí, Donny. Pero Faye no deja de montar un espectáculo, su lengua juega con la mía mientras me acerca lo más posible.
Me derrito contra ella, sin importarme si el mundo ve lo chiflada que estoy. Cuando finalmente rompe el beso, estoy mareada, y tal vez un poco drogada.
Me toma la mejilla, mirándome fijamente durante un largo momento. —Más tarde —me dice y luego se da la vuelta y se va. Encontrándose a Carl a mitad de camino.
No miro hacia atrás a Donny mientras dejo que el otro tipo me lleve fuera. Él nunca dice una palabra y yo no hablo con él. Se ruboriza ferozmente, como si un poco de APD4 lo sorprendiera y lo avergonzara.
Awww. Un pequeño y dulce chico.
Me acompaña hasta la camioneta de Faye y yo me alejo, yendo a casa para dormir un poco. Me alegro de no tener que esconder más mi cansancio.
Los patrulleros al final de mi entrada se han ido, aparentemente llamados a ocuparse del último caso de homicidio que involucra a varios niños desaparecidos.
Es un juego de palabras terrible, pero le clavé las bolas a ese bastardo en la pared.
Bueno, en realidad las clavé a una silla mientras él lloraba por horas y horas. Gracias por los guantes. De ninguna manera iba a tocar esas cosas feas, arrugadas y peludas con mis manos de otra manera.
Mi teléfono suena y veo el nombre de Folk en el. Le dije que no me llamara más a este teléfono.
—¿Qué pasa?
—Esa chica, Erica Norris... Boogeyman la dejó ir.
—¿Qué? ¿Cuándo?
—No lo sé. Ella exige hablar con tu chico. Dice que no hablará con nadie más que con Faye Malisorn. Está a una hora y media de ti.
—¿Cómo sabes esto?
—Hackeó las cámaras del FBI. No te preocupes. No sabrán que fui yo. Pensarán que fue un ruso que lleva dos años muerto.
—¿Por qué la dejaría ir?
—No tengo ni idea. Te lo haré saber cuándo lo sepa. Este matón sigue en el caso.
Sonrío, pongo los ojos en blanco. Sólo Folk. Colgando, subo las escaleras de mi casa.
Extrañamente, escucho música cuando entro. Debo haberla dejado encendida.
Cierro la puerta, la cierro con llave.
Justo cuando doblo la esquina, algo choca con mi rostro como un martillo, y me tiran contra la pared mientras un grito de dolor se me escapa. Las llaves y el teléfono se me caen de las manos y se estrellan contra el suelo, pero el sonido no es más que un eco lejano.
Antes de que mis ojos puedan adaptarse a la oscuridad, un brazo se posa en mi garganta, estrangulándome, mientras mi aturdida cabeza trata de adelantarse, todavía aturdida por el intenso dolor.
Mi mano se levanta, tratando de conectarse con algo, pero un fuerte agarre envuelve mi muñeca, torciéndola dolorosamente.
—Luchadora. Me gusta eso. Y tan bonita. La agente Malisorn las elige bien —dice una voz profunda y siniestra desde la oscuridad, enfriando mi sangre hasta la médula. Sólo un destello de luz resalta los ojos maliciosos demasiado cerca de los míos—. Finalmente te dejó sola. Dime, princesa, ¿tienes miedo del Boogeyman?

FIN

Aquí termina el libro 2, ¿Quieren la continuación?

Desviado  FAYEYOKO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora