Capítulo 10: Sensación de inquietud

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Los próximos días, Annie había ganado el suficiente dinero para poder quedarse en una pequeña habitación de una posada de reputación cuestionable, pero de las mejores si se comparaba con varias otras, por lo que pensó que dedicarse a las apuestas podía ser lo suyo.

Y luego de tres días de apostar sin equivocarse en sus predicciones, es que esa noche estaba decidida a ir por el máximo premio: lograr acertar al ganador del enfrentamiento final, aquel al que solo llegaban los campeones y cuya recompensa era la mayor de todas, una bolsa completa de oro.

Por supuesto que se había ganado en los días pasados algunas miradas furtivas por parte de hombres y mujeres que la veían ganar el dinero sin equivocarse nunca y desaparecer de la misma forma en que llegó. Sin embargo, a medida que transcurrieron las horas, los enfrentamientos avanzaron y las apuestas crecieron más, notó que había algo distinto en el ambiente que reinaba en ese momento, una sensación muy diferente a la expectativa y euforia por el enfrentamiento final. Fue una corriente eléctrica que vio más que sintió momentos después, cuando un hombre muy peculiar ingresó al pozo de pelea.

—Dama y caballeros, ¿están listos para dar inicio al torneo final de esta noche?—preguntó Hange, usando aquel particular megáfono, aunque Annie sabía que su voz era tan chillona que no necesitaría de uno para que llegara hasta el último rincón del recinto—. ¡Hoy tendremos carne fresca y entretenimiento por montones!

La gente vitoreó cuando ingresó un hombre musculoso, de cabello ralo, bigote y de altura considerable. Pero lo que más llamaba la atención de ese sujeto, era un par de cicatrices a ambos lados de su boca, con una forma muy particular que simulaban ser púas.

—¡Denle la bienvenida a Roeg Richter, mejor conocido como Cara cortada!—anunció Hange, en medio de los alaridos de emoción de la gente allí, ya que Roeg era el actual campeón invicto, no parecía que existiese nadie capaz de ganarle.

O al menos eso es lo que pensó Annie. Sin embargo, sintió una especie de tirón dentro suyo cuando un hombre pasó por su lado. Era alto, rubio, ojos celestes profundos, fornido, pero lo que la hizo observarlo con mayor detenimiento, fue la cojera que tenía en la pierna derecha. Solo entonces supo que esta pelea estaba cantada, incluso el mismo Roeg pareció intuirlo cuando observó ingresar a su oponente al pozo de peleas.

—¡Y del otro lado tenemos a un contrincante con muchas agallas para haber decidido retar a nuestro actual campeón, reciban a Whims Niter, el heraldo de la noche!—proclamó Hange a través del megáfono.

El hombre, a duras penas logró posicionarse dentro de la arena ante los abucheos del público al enfrentarse contra su campeón indiscutible.

—¡Bien, bien, que inicien las apuestas!

Toda la gente alrededor de Annie no dudó en apostar a favor de Roeg; no podían dejar de comentar que la pelea no dudaría más de unos cuantos minutos si no es que menos, y uno de los contrincantes no saldría bien parado y todo apuntaba que sería hombre rubio de allí, que probablemente quedaría también tullido de la otra pierna.

No obstante, Annie se tomó un poco más de tiempo para observarlo y si de algo estaba completamente convencida, es que su intuición jamás le fallaba.

Así que cuando Moblit pasó por su lado, ella depositó sus monedas de plata en la caja y le susurró un nombre.

—Buena suerte.—Moblit no pudo ocultar su desconcierto, pero continuó su camino.

Al poco rato, la campana sonó, los vítores se elevaron y ambos hombres se colocaron en posición de pelea.

Fue Roeg quien tomó la iniciativa lanzando un potente gancho derecho, veloz y certero, pero no fue suficiente, ya que Whims se desplazó igual de rápido que el puño del hombre pasó a escasos centímetros de su rostro, pero hizo una mueca de dolor cuando obligó a su pierna a mantener el equilibrio para evitar caer de bruces contra la tierra.

LA DANZA DE LOS DESTINOS | EreMika AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora