Capítulo 16: El Amanecer de Veris, parte 1

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Pequeñas partículas de arena se incrustaron en los ojos de Eren por la velocidad que llevaba, pero no le importó que sus vista se le irritara, ya luego lidiaría con eso. Por otro lado, lidiar con una hembra humana en pleno ciclo, pensó que prefería batallar con lo primero.

Cuando aterrizó en aquel pueblo—casi a las afueras del cañón que rodeaba la región—agradeció que el clima fuera un poco menos inclemente y al mismo tiempo, descubrió se encontraba en plena ruta comercial. Eren usó su poder para ocultar su magia y apariencia de los humanos, lo que hizo que se preguntara por cuánto tiempo más podría hacerlo antes de que su truquito empezara a fallar.

A esas horas de la noche, todos parecían estar en sus casas cenando, así que recorrió los caminos empedrados en busca de alguien que pudiera ayudarlo.

—Eh, jovencito, que bueno que estás por aquí.—Le habló una mujer a su derecha. Era ya mayor, con el cabello encanecido y el rostro moreno cuarteado por la edad—. Ayúdame a cargar estas bolsas de grano a mi almacén que hace no mucho que se fueron los comerciantes y ninguno fue capaz de ayudarme con semejante peso.

Eren la miró momentáneamente, sin saber qué hacer o decir, pero cuando la anciana empezó a caminar, notó que tenía una ligera joroba.

Al final decidió hacer lo que le pidió y tomó las tres bolsas como si no pesaran absolutamente nada y caminó detrás de la mujer hasta una pequeña caseta que quedaba en la parte trasera de su casa de un solo piso. No le supuso demasiado esfuerzo dejar las bolsas donde ella le indicó.

—Muchachos fuertes como tú son los que se necesitan por aquí, lástima que seamos mayormente puros viejos decrépitos—divagó la mujer y le ofreció un poco de agua en un recipiente. Eren bebió sin dudarlo—. Pero no eres de aquí por lo que veo, ¿estás de paso?

Eren pensó en una mentira convincente.

—Sí, me dirigía hacia la antigua capital cuando surgió un pequeño inconveniente muy cerca de aquí.—Las palabras fluyeron de su boca con naturalidad —. Tal vez usted pueda ayudarme con eso. Se trata de una urgencia femenina—carraspeó y trató de no ponerse nervioso.

La mujer entrecerró los ojos hacia él, como estudiándolo con la mirada y luego esbozó una sonrisa sabionda.

—Ah, pero por supuesto.—Señaló la casa con un dedo—. Hace un tiempo mi última hija se mudó junto con su nuevo esposo a Elysia, la nueva capital, a él lo ascendieron a capitán de la guardia real y estando allá podrán tener una mejor calidad de vida sin duda.—Sonrió con tristeza y nostalgia, no notando cuando Eren se tensó ligeramente al oír aquel nombre—. Pero dejó algunas cosas por aquí que creo te pueden servir.

Se obligó a centrarse nuevamente y asintió con la cabeza. Luego la anciana entró a la casa y luego de varios minutos salió de allí con una bolsa de lona.

—Ten esto de aquí, muchacho, y vuelve con tu esposa que debe estar esperándote con muchas ansias.—Le dio una palmada en el hombro—. Si no tienen dónde pasar la noche, puedo hacerles un lugar aquí.

Pero él había dejado de oír a la mujer en cuanto pronunció la palabra "esposa" y balbuceó en todo momento tratando de negar ese hecho, pero al final no lo logró.

—Gracias por el ofrecimiento, pero no será necesario y me temo que no tengo con qué pagar su amabilidad.

La mujer hizo un ademán para quitarle importancia al asunto.

—Ya me ayudaste mucho hace un momento.—Señaló la bolsa de lona—. Espero que sea suficiente.

Él asintió y se dispuso a marcharse, pero recordó entonces el nombre extraño que Mikasa le había susurrado apenas, incluso le costó un poco recordarlo.

LA DANZA DE LOS DESTINOS | EreMika AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora