El sol de la tarde se filtraba a través de las cortinas, creando un mosaico de luces y sombras en el suelo de la sala de estar. Yo me encontraba allí, inmóvil, mi mente atrapada en un torbellino de emociones y pensamientos. La revelación que había recibido hacía unas horas me había dejado un dolor punzante en el pecho, era una sensación que se me parecía imposible de ignorar.
Me gustaba pasar el tiempo revisando y viendo videos en las redes cuando no tenía mucho que hacer en el día, y fue así como me había enterado por casualidad, mientras hojeaba distraídamente las fotos en el perfil de una amiga en las redes sociales, allí estaba él, sonriendo ampliamente al lado de una mujer que parecía irradiar felicidad.
Una felicidad que no podría describir, era tan genuina su sonrisa y sobre todo no era la típica sonrisa de labios cerrados que solía regalarme a mi o cuando le proponía tomarnos unas cuantas fotografías, su sonrisa era amplia, muy linda.
Mi curiosidad traspaso los límites que desplegué la barra de comentarios de aquella fotografía, los comentarios en la foto confirmaban la realidad que yo había estado tratando de evitar: él tenía una novia. No solo eso, sino que estaban juntos desde hacía meses o quizás años, no lo sabría apenas había visto una fotografía que mostraba una relación que parecía sólida y sincera.
Aquel descubrimiento me había golpeado con una fuerza brutal. ¿Cómo había podido no darme cuenta antes? Las pequeñas mentiras, las evasivas, todo encajaba ahora en un rompecabezas doloroso. Me senté en el borde de la cama, mi corazón se encontraba acelerado, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con salir.
A pesar del dolor, una parte de mí no podía evitar sentir un anhelo inexplicable por él. La conexión que habíamos compartido, los momentos que habíamos pasado juntos, habíamos creado un vínculo tan profundo que parecía desafiar la lógica y la razón. Cada vez que pensaba en él, mi mente se llenaba de imágenes de su sonrisa, de las veces que le había hecho reír, de la forma en que sus ojos brillaban cuando me miraba. La atracción era tan intensa que resultaba casi adictiva.
Trate de alejarme, de racionalizar la situación, de convencerme de que lo mejor era seguir adelante. Hice intentos desesperados por distraerme, de enfocarme en mis amigos, en mis proyectos, en cualquier cosa que pudiera servir como una barrera contra el dolor que sentía. Sin embargo, cada vez que estaba sola, el pensamiento de él volvía a invadir mi mente, arrastrándome hacia la tormenta emocional en la que me encontraba.
Me encontraba sentada en mi lugar habitual en la cafetería, mirando distraídamente mi taza de café, necesitaba un poco del aroma del café y de la cafeína en mi sistema, de pronto Andrew llegó, al notar mi presencia en nuestro lugar de siempre, su expresión cambio a una de preocupación, era notable, lo he estado evitando por largos días, días en los que me hacía sentir vacía.
—Hola, Anna —dijo, tomando asiento con una naturalidad y con un toque de cautela en su voz, llego a conocerme tan bien, tanto que quizás asume que mi indiferencia estos días podrían ser un poco delicados.
—Hola —respondí mi tono fue cortante.
—¿Estas bien? —trato de tomar mi mano, pero la aleje— hace días que no se nada de ti, no respondes mis llamadas, tampoco lees mis mensajes.
—Tengo algo que preguntar —fue lo que dije, necesitaba enfrentar la situación, ya no huir, el solo levanto una de sus cejas invitándome a continuar— Vi algo en las redes sociales que necesito hablar contigo.
—Esta bien, dime de que se trata — respondió con una ligera sonrisa
No sabia por donde empezar, las palabras se me atascaban en mi garganta, las lagrimas amenazaban con salir, pero debía ser fuerte y decirlo de una vez —¿Tienes novia Andrew? ¿me estas utilizando?
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EL AMOR TAMBIEN DUELE
RomanceAnna se enamoró, Andrew se confundió, o eso es lo que dice.