El dragón la miraba fijamente durante el resto de la noche; ella lo sentía, su felpa no era tan dulce como en otras ocasiones... ¿Qué era lo que ese peluche intentaba decirle?
El insomnio atacaba su cabeza una vez más, y la solución parecía dispersa entre sus peluches. Parecían juzgarla sin igual, con testigos fieles de las semanas que había pasado en soledad.
Sus labios aún estaban secos a la falta de sed, sus mejillas húmedas de la inexplicable sensación que recogía su pecho. ¿Qué diablos era lo que le pasaba? Ella nunca se sintió tan rota.
El tiempo pasó deprisa durante las noches que la sombra de esa mujer siquiera aparecía frente al ventanal. El frío augurio de sus pasos no le daban el valor de dirigirle la mirada, ni siquiera cuando Dedos intentó arreglar las cosas llevando uno de sus peluches a la cama de la contraría... Lamento la decapitación de ese osito.
—Duele mucho, humana.
Su aliento paró por algunos segundos, semejando al viento en su dispersa imaginación...
—Humana, búscala.
—No lo haré... —susurró—. ¿Quién eres?
—Me conoces: No tengo nombre, pero sí tengo dolor. Busca al aliento de menta.
—No te conozco, pero llamaré a cualquiera para que te saquen de aquí. No deberías irrumpir en la habitación de otros. Y si no sales de aquí, dejaré salir mis garras y te arrancaré un dedo —amenazó.
—No puedes desgarrarme con mis propias garras.
—¿A qué te refieres? Siquiera sal de tú escondite —pidió.
—No puedo salir de ti, no cuando la luna pura no está en su punto más alto.
Todo a su alrededor pareció dispersarse. ¿El insomnio le hacía alucinar o algo así?
—Humana, aliento de menta, busca.
Enid negó con la cabeza.
—No sé quién es aliento de menta, y... Sólo estoy alucinando —murmuró.
—Aliento de menta está cerca. ¡Aliento de menta está cerca! Sabía que aliento de menta no nos abandonaría. Aliento de menta es bondadoso, no debe estar demasiado lejos.
Con la piel hecha gallina, escuchó el cerrojo de la puerta al descubierto del rostro sereno que parecía mantener aquella chica de trenzas. En medio de la oscuridad, sus ojos dirigieron la mancha del dudoso deseo que sus huesos habían plasmado en el agarre de las colchas. En su intensa mirada, corrigió su postura al permanecer pulcra, y con el corazón atragantado, encontró los enormes abismos que parecieron inmutarse ante su contacto.
Ella parpadeó un par de veces antes de cerrar la puerta y desviar su camino hacía sus propias pertenencias. Aunque, su mirada logró chocar con la suya en la búsqueda de curiosidad. Lo único que ella no esperaba era encontrar el foco de una fotografía que la cegó por algunos segundos.
—¿Qué...? —murmuró.
Empañando sus ojos entre sus manos, intentó mirar a la contraria, pero simplemente encontró un bulto entre las sábanas del otro punto de la habitación. ¿Había alucinado?
—¡Ve humana!
—¿Aún sigues ahí? —susurró.
—Siempre estaré aquí.
Esa respuesta no la reconfortó, pero tampoco la asustó al grado de preocupar su conciencia. Tan sólo... Ella necesitaba descansar, eso era todo.
Frustrada, se cubrió entre sus colchas e intentó cerrar sus ojos... Y sorprendentemente, su alivió aclamo y cedió.
INNER WOLF
Dentro de la madrugada, antes de que las alarmas llamarán al resto de monstruos, Merlina se levantó de su coartada más grande. Aún tenía muchas cosas que resolver, y una de ellas era encontrar la razón del porqué el sueño acometió en su contra durante las primeras horas de la madrugada; la segunda razón era la fotografía que tenía entre sus manos.
Acudiendo a sus pasadizos, caminó hasta la otra punta de la habitación, y quitando esos coloridos peluches, abrió la puerta que usaba con regulación. Lamentablemente era la única salida hacía los pasadizos, lo que la había llevado a mirar cada madrugada a la rubia que tanto... Re... Re... Repu... Responsabilizaba por sus faltas.
En un instante logró llegar a la otra mitad del instituto, dónde acudió al único lugar que mantenía con única seguridad: La colmena.
Desde que Eugene le dio su favor para usar ese lugar como su casa de crímenes, había usado cualquier recurso para sus investigaciones.
—Hoy llegaste temprano —le saludó.
Ella pasó a su lado, y directo a su pizarrón, colgó una nueva prueba de su caso.
—Merlina... —murmuró.
—Sucedió en las primeras horas de la madrugada, al intentar el experimento número 46 del sentido lobuno. Ella se encontraba despierta antes de mí entrada, pero sus ojos no eran los mismos desde las rendijas de los pasadizos, ya que ni siquiera tenían un sensor de luminosidad —explicó.
—Sí no estaban presentes a la hora de estar a solas, debieron despertar con un detonante —murmuró—. La pregunta es: ¿Cuál fue el detonante?
Merlina lo pensó por unos instantes, mirando su enorme paradigma... Ella sabía que los lobos podían mostrar luminosidad en sus orbes cada vez que estuvieran en modo de caza, mayoritariamente durante las lunas llenas, cuando las manadas se reunían para cazar en gran cantidad. Pero estos signos aún no eran descubiertos en su totalidad, aún más cuando la propia especie no logró explicar este fenómeno.
—Sus ojos eran azules, no mantenían el color dorado que deberían tener —susurró.
Una de sus teorías recaía en la visión de un lobo común, los cuáles tenían una vista impresionante durante las duras noches, pero no eran superiores a las de un gato común con una vista pasajera. En cambio, los hombres lobo tenían más capacidad al ser una combinación más pura, además de que sus técnicas llevaban años de genética en ella. Lo que quiere decir qué, aquella luminosidad tenía que ver con su rango de vista... O en su contrario, alguna advertencia hacía sus enemigos.
—Tenemos dos teorías, pero sí fuera alguna de las dos, no tendría sentido el cambio de coloración en Enid, aún más, sí no está en caza, ¿por qué mostraría su luminosidad? —se preguntó.
Merlina tragó saliva. Una idea había transcurrido por su mente, pero no estaba lo suficientemente segura de que algo así fuera posible.
—Tenemos trabajo por hacer y experimentos por recaer. ¿Pericles acabó con las pruebas de ADN? —preguntó.
—Él... No, no, pero puedo ayudar —mencionó.
Merlina negó.
—No acabará con tú presencia —respondió—. Aún hacen falta pruebas de ADN de sus hermanos —mencionó.
Eugene asintió con la cabeza, y sin más orden, salió del recinto.
Mientras tanto, Merlina permaneció absorta ante su nueva prueba... Una fotografía dónde esos ojos de zafiro deslumbraban en la eterna oscuridad. Realmente se miraba impresionante, más de lo que sus retorcidas pruebas habían mostrado... Se miraba hermosa.
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[WEDNESDAY] Inner wolf
FanfictionElla nunca comprendió porque era diferente a los demás; odiaba el hecho de no haber logrado su entera transformación. No era un lobo normal. Toda su vida conservó aquellas garras coloridas, confiando en que su transformación llegaría en el momento i...