Cap-9

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Narrador: Dan

No podía dormir.

"Mi vida amorosa y privada no te importan."
Esas palabras daban vueltas en mi mente, una y otra vez, como un eco molesto en el pecho.

No fue lo que dijo lo que me afectó, sino cómo lo dijo: con asco, con una frialdad que se clavó como aguja en la piel.

Y sin embargo... Jaekyung no es una mala persona. Quiero creer eso. Creo que simplemente... no sabe expresarse. Si fuera alguien cruel, no se habría molestado en traerme aquí. No me habría dado un techo, comida, ropa.

Lo mínimo que puedo hacer por él es no causarle problemas. Quiero ayudarlo. Aunque sea en lo poco que pueda.

Me levanté antes del amanecer, eran las 5:00 a.m. según el despertador. Me di una ducha rápida y bajé las escaleras en silencio.

Desde allí, vi que Jaekyung ya no estaba. Seguramente se fue a trabajar.

En la cocina, encontré el desayuno servido. Había una nota con su letra firme:

"Come todo. Regreso por la tarde."

Un calor suave me llenó el pecho. Era una orden, sí, pero también una forma de cuidado.

Narrador: Jaekyung

Llegué a la oficina, abrí la laptop y me enfrenté a la avalancha habitual de correos y papeles por firmar. Apenas había comenzado cuando mi secretaria me interrumpió.

—Señor Jaekyung —dijo Victoria, asomando la cabeza por la puerta—. Hay alguien que solicita hablar urgentemente con usted.

—¿Tiene cita?

—No, pero... dice que es alguien importante en su pasado.

Suspiré.

—Entiendo. ¿Dónde está?

—En la sala 5. Prefiere hablar allí.

"¿Alguien importante en mi pasado?" Qué tontería. Si es quien creo, le dije claramente que no volviera a buscarme nunca más. Aunque... también podrían ser mis padres.

Me dirigí a la sala 5. Al abrir la puerta, ahí estaba él.

—Yi Jung —pronuncié su nombre sin emoción.

Se giró hacia mí. Seguía igual, salvo por el cabello rubio, ahora más claro.

—Jaekyung... Es bueno verte —dijo con esa voz suave que antes me calmaba y ahora solo me causaba una nostalgia que dolía.

—No puedo decir lo mismo —respondí con frialdad.

Lo vi encogerse ligeramente ante mis palabras. Bien.

—Me lo imaginé —bajó el rostro.

—Habla de una vez. ¿Para qué viniste?

Narrador: Dan

No sabía qué hacer con tanto tiempo libre. Me sentía inútil por no poder ayudar a Jaekyung de alguna manera, así que me puse a limpiar.

Aunque la casa ya estaba ordenada, limpiar un poco más no podía hacer daño. Barí la sala, la cocina, los cuartos. Solo faltaba el suyo.

Sabía que no debía entrar allí. Pero la curiosidad me ganó.

Su habitación era amplia, luminosa. Todo estaba ordenado, pulcro. El aroma de sus feromonas flotaba en el aire, suave pero presente. Su olor era... diferente. Me hacía sentir en calma. A salvo. Nunca había sentido algo así.

Caminé despacio, sin tocar nada. En la cómoda había una fotografía colocada boca abajo. ¿Se habría caído? ¿O la había dejado así a propósito?

No pude resistirme. La levanté.

Era Jaekyung, mucho más joven, tal vez de 17 años. Abrazaba a otro chico rubio, más bajo, de rasgos delicados. Un omega, sin duda. Sonreían. Eran cercanos.

¿Un amigo? ¿Una ex pareja?

¿Por qué tenía la foto boca abajo? ¿Lo quería olvidar? ¿O acaso... ese chico había muerto?

Narrador: Jaekyung

No quería volver a involucrarme con Yi Jung. Lo había borrado de mi vida. O eso creí. Pero aquí estaba, después de siete años. Y eso nunca traía algo bueno.

—¿De verdad es necesario hacer esto? —pregunté, conteniendo el asco.

—Yo también lo pensé —respondió él—. Le pregunté al doctor si era indispensable usar tus feromonas y dijo que sí.

—¿No puedes hacer la operación directamente?

—No. Escucha... Sé que te desagrado. Pero tú prometiste quitarme esta marca.

Cómo deseaba no haberlo hecho. Marcarlo fue el mayor error de mi vida.

—No puedo someterme a cirugía estando inestable. Necesito tus feromonas para equilibrarme.

—Entonces mátate de una vez —solté, harto.

—Dios, Jaekyung... esto es serio. Por esta razón te dejé.

—Ya entendí. ¿Cuándo será la cirugía?

—En tres meses.

—¿¡Tres meses!? ¿No puede ser menos?

—Mi cuerpo lleva siete años sin recibir feromonas de su alfa. Necesito estabilizarme. Deberías alegrarte: el doctor quería medio año.

Suspiré. Me dolía la cabeza.

—¿Cómo será esto? ¿Cuántas veces?

—Dos veces por semana. ¿Domingos y miércoles por la tarde te parecen bien?

—Está bien. Sabes dónde vivo.

Me levanté para irme. Durante toda la conversación, supe que no podía ocultar mis feromonas. Él tampoco. Seguimos conectados, aún si eso ya no significa nada.

Sus feromonas seguían oliendo bien...
Pero no tanto como las de Kim Dan.




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Cautivado por ti / JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora